No hay casa más misteriosa en Madrid que la llamada Casa de las Siete Chimeneas (hoy, sede del Ministerio de Cultura), ya que bajo su techo rondan dos leyendas en las que el único protagonista es el amor.
Este edificio, levantado en 1577 se cree que por Juan Herrera (aunque otras versiones apuntan como arquitecto a Andrés Lurano), sirvió como nido de amor al capitán Zapata y a su esposa Elena, hija de un caballero a las órdenes del rey. Su felicidad fue fugaz: al poco tiempo de contraer matrimonio, Zapata cae en la guerra de Flandes. Después, Elena aparece muerta en su dormitorio (jamás se esclarecieron las causas de su muerte) y su cadáver se esfuma. En los mentideros de la Corte no se habla de otra cosa y todo el pueblo asegura haber visto el fantasma de una mujer caminando entre las siete chimeneas que coronan el tejado de este palacete. Después de recorrer todo el alero se arrodilla, se da golpes en el pecho y desaparece.
Pasados los años, esta casa sería el hogar de un viejo acaudalado y su joven esposa de conveniencia, pero la relación se truncó cuando la misma noche de bodas la joven se quitó la vida. A partir de entonces, se dice que todas las noches su fantasma pasea por el sótano de la casa, tintineando unas monedas que el propio rey le regaló como arras para su desposorio; y es que esta mujer también fue amante de Felipe II.
Esta es una leyenda más recogida por la red, de este Madrid insólito, seguramente perteneciente a Jesús Callejo. Pero indagando por la red y en algunos libros de Madrid se recoge que esta casa fue vivienda de Esquilache. D. Leopoldo de Gregorio, Marques de Esquilache, era la persona mas influyente en épocas de Carlos III, era el que llevaba la hacienda y participaba en todo tipo de decisiones siendo las de este las mas tajantes, los impuestos eran cada vez mas elevados y encima, hace que los madrileños tengan que vestir como el quiera, ya que prohibió la capa y el sombrero de ala ancha muy de moda por esas épocas, su escusa fue decir que bajo la capa se podían esconder armas y el sombrero de ala ancha por ocultar el rostro.
En realidad por esas épocas las reyertas por las mujeres de mal vivir y el vino eran muy típicas, había buenos mesones por la zona de esta señorial casa, y los jóvenes madrileños eran hábiles con la espada.
En 1766 el pueblo salía crispado a la calle para que cesaran ya los continuos abusos del Marqués de Esquilache y se a uno de los primeros sitios donde fueron fue a su casa, siendo esta la situada en la Plaza del Rey, con fachada en la Calle de las Infantas, llamada por las siete chimeneas que la presiden “La casa de las siete chimeneas”. Uno de los mayordomos que vigilaban la casa, impuso gran resistencia al pueblo exaltado, pero esto siendo más consiguió tirar la puerta, este al intentar atacar a la furia humana fue muerto tanto por disparos como por diversos profundos cortes. El resto de servicio no dudo en obedecer al pueblo y no sucedió nada más ya que Esquilache no se encontraba allí. Este al final se tuvo que ir al exilio obligado. También hay quien cuenta que ha visto a un mayordomo paseando por los pasillos que se encuentran cerca de la puerta de entrada.
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