viernes, 13 de marzo de 2009

El Temple IV

Cultura y ciencia medieval

El Imperio romano lega a Europa Occidental la lengua latina. El latín se convierte en el idioma "universal", en el vehículo que facilitaba la comunicación entre los diversos centros de pensamiento europeo como hoy lo sería el inglés. El método para la obtención de conocimiento era el fundamentalmente el deductivo o socrático. A partir de verdades reveladas se esperaba obtener conclusiones válidas. Un ejemplo de este tipo de razonamiento es San Anselmo y su famosa probatura de la existencia de Dios que la mayoría hemos conocido a través de la asignatura de filosofía (el argumento ontológico). Un magnífico ejemplo de la RAZON puesta al servicio de la FE que pasamos a explicar brevemente:

· Premisa mayor: Concebimos a Dios como aquello mayor que lo cual nada puede pensarse. Esa idea de Dios es fácilmente entendible por cualquiera.

· Premisa menor: Si la existencia es una perfección y una idea sólo fuera eso y no tuviera una entidad real, fuera únicamente una fantasía, nos encontraríamos con que ya no es lo mayor, pues cualquier cosa que existiese ya sería mayor, más perfecta.

· Conclusión: Si hemos quedado que Dios es lo mayor Dios tiene que existir necesariamente. Lo contrario sería absurdo desde el punto de vista de la razón.

Pedro Abelardo sin embargo prefiere las explicaciones y las demostraciones y no solo las afirmaciones basadas en la FE. La talla de su figura allanaría el camino a otros grandes personajes posteriores como Santo Tomas, Alberto Magno y Roger Bacon.

En la esfera de las letras surgen obras maestras como el cantar del Mío Cid en España, La Chanson de Roland en Francia y la canción de los Nibelungos en Alemania.

El estado de la ciencia se resume en una serie de conocimientos englobados en dentro de los artes prohibidos de la hechicería, la alquimia, la hidráulica, la mecánica (aun por sistematizar), astrología (incluía conocimientos empíricos de astronomía).

Se conocía la geografía de Europa y de las costas mediterráneas, en matemáticas Europa estaba mucho más atrasada que el mundo islámico y lo mismo se puede decir de la medicina (prohibición de disecciones). El derecho que aun se utilizaba era el romano con algún agregado del germánico.

Feudalismo

Desde el siglo III la tendencia del Occidente imperial, más pobre que sus hermanos orientales, será concentrarse en el campo. Se crearán grandes latifundios controlados por un señor que hará de intermediario entre los campesinos y los exigentes funcionarios de la hacienda del imperio. La caída del Roma no solo fue el fin de un largo periodo político sino también el fin de la ley y el orden en Europa y el aumento consiguiente de la influencia de los señores al carecer de un poder central superior. Los bárbaros no usaban el derecho ya que otorgaban más valor a las relaciones personales, también las bandas de malhechores recorrían los caminos y hacían y deshacían sobre todo en apartados dominios rurales. Ante esta situación los campesinos, legos en el uso de las armas (los malhechores solían ser antiguos soldados) recurrían a sus vecinos más poderosos en busca de protección. Estos solían disponer de un pequeño ejército privado. A cambio el señor recibía una parte de la cosecha o del ganado. En su origen el feudalismo consistía únicamente en esto, una relación de mutuo beneficio más o menos de igual a igual. Pero como siempre no tardaría el poderoso en darse cuenta de su condición de privilegio y con el tiempo el señor se haría con las tierras que antes pertenecían al campesino. Ahora pertenecían al señor que "gentilmente" las cedía para ser trabajadas a cambio de fidelidad y servidumbre. El vasallo está obligado a prestar incluso ayuda militar a su señor. El campesino pasa a ser siervo. Si este se mostraba bueno en el arte de la guerra y para ello debía invertir grandes cantidades en armas y montura, el señor podía premiarle con un buen feudo, aunque la propiedad, no lo olvidemos, seguía siendo del señor. Estamos ante un sistema fuertemente jerarquizado donde prácticamente todos tienen a alguien por encima y con suerte por debajo. Los nobles responden ante al rey u otros nobles. Son premiados con grandes extensiones por sus servicios y la gestión de los terrenos se va haciendo con el tiempo hereditaria. De este modo llega un momento en que el rey forma parte de una monarquía rodeada de poderosísimos nobles, muchas veces con más recursos que él mismo.

Los condes, barones, duques no serían más que representantes de la corona que debido a la debilidad de esta hacen y deshacen a su antojo. Detrás de sus seguros castillos y su ejército son considerados los señores absolutos de los territorios que gestionan. Los reyes en cambio no poseen en muchos casos ejército permanente y dependen de los señores para llevar a cabo sus proyectos militares. A partir del siglo XIII la situación va a dar un giro. Las monarquías y las identidades nacionales se verán fuertemente reforzadas, surgiendo el concepto de nación. Es decir en el feudalismo las leyes prácticamente no existían como las entendemos hoy. Todo se regía por la costumbre, lo cual justificó muchos de los excesos y facilitó la pervivencia del sistema. Otro elemento importante fue sin duda el castillo, centro social, político, cultural e incluso religioso compitiendo en estos 2 últimos aspectos con los centros religiosos como monasterios o abadías.

En cuanto al comercio que nunca interesó en gran medida a los pueblos bárbaros (nunca les atrajo el Mediterráneo) se ahogó en un pozo de pequeños poderes independientes muy rapaces. Sólo el control de ese mar irá venciendo la resistencia. El énfasis de la orden de Cluny por las peregrinaciones y el auge comercial de las ciudades mercantiles, sobre todo italianas, llevarán en el 1015 a pisanos y genoveses a derrotar a la flota musulmana y a limpiar Mallorca de piratas sarracenos. El control del Mediterráneo parece ya un hecho.

A su vez irán surgiendo burgos, pequeñas ciudades donde la población se encarga de realizar y comerciar con productos, es decir de artesanos y comerciantes, sobre todo en Italia y Alemania. Se pretende con ello una cierta independencia y autonomía política con respecto a los señores que en muchos casos se traducen en fueros. Los fueros se entenderían como privilegios que un poder superior otorga a un lugar concreto para dispensarle de ciertas obligaciones que el resto si está obligado a respetar.

Caballería

El concepto de caballería y de caballero fue sufriendo una lenta evolución desde unos orígenes en los que cualquiera que se hiciera con armas y montura podía llegar a ser considerado caballero hasta el momento en que sólo unos pocos, cuyos padres hubieran detentado previamente esa posición, podrían acceder al derecho (de sangre) de poder serlo ellos igualmente. La caballería espejo de los nuevos señores de Europa, los bárbaros germánicos, era en un principio brutal y sin ninguna consideración por el individuo. Fue entonces cuando la iglesia, encabezada por los monjes benitos, intentó civilizarla y a través de los cantares épicos y de gesta creó un modelo de caballero donde el valor, el honor, la lealtad, el amor (hacia Dios y hacia los demás), la justicia y por su puesto la religión, eran sus divisas. Lo último derivó a su vez en un feroz odio hacia las restantes religiones, sobre todo hacia los musulmanes (esto explica, hasta un punto, las carnicerías que provocaron en Oriente). Caballería y creencias religiosas se dan la mano y surgen ritos de iniciación, las armas llegan a llevar inscritos ciertos símbolos cabalísticos y se practica un entrenamiento físico y moral que tiene su expresión más conocida en el ritual de armar caballeros. Surgió así la caballería "caballeresca". El ideal caballeresco no acabaría totalmente con la brutalidad pero sin duda la mitigaría.

La orden de Cluny

En el año 911 el monje Bernon fundó un monasterio, Cluny, en unos terrenos cedidos por Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania (Borgoña). El contexto en que surge este movimiento monástico es el de una iglesia que cree reconocer en la dependencia que sufre a los poderes laicos la raíz de la corrupción que la asola. En ese momento un grupo de monjes de Cluny parecen ser el ejemplo que debe seguir la Iglesia para despojarse de sus principales males. Estos religiosos conviven independientes de todo poder civil y también religioso. Ni siquiera los obispos tienen competencia sobre ellos. Al igual que los templarios años después sólo reconocen al papado como su superior. Cluny propicia la unión con los otros monasterios benedictinos que hasta entonces se encontraban desperdigados haciendo cada uno la guerra por su lado. A través de la centralización del poder, se organizan y estructuran llegando a alcanza a fines del siglo XI unos 200 monasterios y 200 prioratos, todos ellos sometidos únicamente al abad de Cluny y por supuesto a Roma. Esto último junto con la política de acción que sigue la orden (atención a necesitados y enfermos, a huérfanos, educación general y cristiana, apoyo a parroquias rurales...) la sitúan como la más importante e influyente del momento. Su obra fue continuada por el Cister y los templarios. Cluny pues realiza una aportación capital que es la idea de que todo religioso cristiano sin importar su categoría en la escala eclesial debe obediencia al Papa. Sin esta unidad de acción sería impensable la entusiasta acogida que tuvo en todo Occidente la exhortación del papa Urbano que desencadenante de la era de las cruzadas.

La orden del Cister

Fue creada por San Roberto en la abadía de Citeaux con el objetivo de recuperar los viejos principios benedictinos de pobreza, trabajo y oración, aunque fue durante la jefatura de San Esteban (tercer abad) y la tutela de San Bernardo cuando mayor expansión alcanzó. Estuvo íntimamente ligada a la orden templaria, de hecho algunos monjes-soldados acabaron incorporándose al cister por uno y otro motivo. Esta afinidad lleva a algunos autores a consideran al Temple por lo menos en sus inicios, como una proyección del cister que a imagen y semejanza de su prohombre, San Bernardo, dejaría en manos de gentes de acción aquellas misiones y quehaceres que a una orden contemplativa como la de Citeaux les estaban vedados. La orden militar surgiría como un apéndice que con el tiempo llegaría a superar a sus maestros, en poder e influencia.

Los monasterios en esa ola de barbarie que barrió Europa después de la caída del Imperio Romano se convirtieron en los refugios de la cultura. Se inició con San Benito en Montecasino y prosiguió con las abadías benedictinas. Siempre en busca de una independencia y autonomía que les permitiese sumergirse en el conocimiento y el saber. De Cluny surgió el arte románico y del Cister el gótico. Para Louis Charpentier la llegada al gótico supuso el entrenamiento de grandes cantidades de maestros constructores que dejaron su imponente sello en forma de edificios religiosos en los siglos XI, XII y XIII. La ciencia que utilizaron para llevar a cabo esas magníficas obras arquitectónicas era la Vieja Ciencia utilizada por los constructores de dólmenes, por los egipcios... Una ciencia en comunión con la tierra y de ancestral procedencia sólo a la vista de los iniciados que consiguiesen descifrar ciertas claves. Los templarios darían con la pista, los cistercienses de Claraval y Citeaux la descifrarían y los templarios nuevamente velarían por ella, por su aplicación, para alcanzar el objetivo de sacar a Occidente de la oscuridad y dotarle de luz y progreso. Por ello el Temple era rico y poderoso. Protegía el desarrollo del comercio, de la artesanía y de la agricultura. Lo consiguió a través de sus encomiendas (seguro peaje) y de la seguridad que proporcionaban a las rutas que las cruzaban, por medio de la letra de cambio, el control sobre los mercados, su flota, sus granjas con inmensos graneros que suponían un motivo de alivio en épocas de escasez... Todo ello bañado de una profunda espiritualidad. Por que como dice Charpentier, el hombre sin espiritualidad no es más que un animal vertical. El resultado visible son las cerca de 200 iglesias y catedrales (sólo en Francia) construidas en los siglos de pervivencia de la orden y con toda probabilidad financiadas y surtidas de hermanos de oficio por la orden templaria. Por eso el báculo de los Grandes Maestres es la vara de los maestros constructores.

Año 1000

Las invasiones bárbaras dejaron a Europa en un estado lamentable producto del continuo estado de guerra, pillaje, masacre y exterminio en que la sumieron. Las únicas construcciones que acometían eran pequeñas fortalezas de madera donde guardaban el botín capturado. La situación de crisis fue perpetuándose a causa de las nuevas invasiones musulmanas y normandas.

Pero en torno al año 1000 las cosas van cambiando, las masivas invasiones se detienen, las técnicas agrícolas mejoran, se desforesta para cultivar mayores territorios, la cría de caballos ayuda en las tareas del campo, se realizan obras de riego, canales, diques, pozos, se construyen molinos hidráulicos, se desecan pantanos. La producción pues aumenta, surgen los excedentes, la población crece, las ciudades incrementan su población (aunque no se pueden comparar ni de lejos con las orientales donde se da una mayor tradición urbana. Surgen artesanos, peones, constructores... Las rutas comerciales vuelven a estar operativas.

En la arquitectura religiosa se produce un boom, empiezan a construirse cientos de edificios románicos. ¿De dónde salen los arquitectos, escultores, pintores, artesanos, albañiles, carpinteros, toda clase de artistas capaces de acometer tales obras? Por supuesto de los monasterios benedictinos. Primero de Cluny, después del Cister y finalmente también del Temple. Con la desaparición de los últimos y el ocaso de los penúltimos tenemos que se construyeron más edificios religiosos de calidad en 3 siglos que en todos los siglos posteriores. Tal vez haya que reformular la anterior pregunta e interrogarnos acerca ¿de dónde surgió el conocimiento capaz de levantar la catedral de Chartres? Es como si de repente la luz se hiciera y pasásemos de rudas construcciones románicas a celestiales y grandiosas catedrales góticas. Una de las explicaciones sería que efectivamente el Medievo fue una época da analfabetismo general, originado por las invasiones euroasiáticas y mantenido por el clero secular, pero el contrapunto surgiría de los monjes, de los ermitaños, de San Benito, de San Bernardo... custodios de los antiguos saberes, transmisores de conocimiento, saberes sólo para unos pocos, iniciados, LOS CONSTRUCTORES DE LAS CATEDRALES, la conexión espíritu-piedra (materia).

Imperio contra Papado

Mientras el papado se considera sucesor de San Pedro, el imperio se considera heredero de la gran Roma clásica. Las pretensiones de los papas de alzarse como custodios de todas las naciones cristianas no sólo en lo tocante a los asuntos religiosos sino también en lo político harán explotar un enfrentamiento que se extenderá durante toda la Edad Media. Esta lucha tendrá como protagonistas al emperador del Sacro Imperio Germánico y al Papa. Desde el Palacio Laterano (precursor del Vaticano) se sueña con adueñarse no sólo de las conciencias religiosas sino también de territorios, poder y riquezas que hagan más poderosa a la organización católica. Estrategias impropias de una institución religiosa como las coacciones, los sobornos, las calumnias, las intrigas, las conjuras políticas, los asesinatos e incluso el genocidio pasan a formar parte de "modus operandi" de algunos Papas. A través de las excomuniones y los complots los pontífices irán manteniendo a raya a los soberanos díscolos, que verán amenazadas sus tierras por rivales internos y externos, los cuales invadirán sus tierras y atribuciones con el beneplácito papal como bandera. El emperador es uno de los pocos soberanos que acumula suficiente poder como para enfrentarse de tú a tú con el Papa. El primero no puede acceder legítimamente a esa posición sino es coronado por el último por lo que muchas veces el emperador forzará militarmente la elección de un pontífice de su conveniencia (al que la historia acabará denominando antipapa) que dejará de entrometerse en sus asuntos o incluso los apoyará en sumiso agradecimiento. Aunque el Papa tiene su propio ejército, la técnica que mejor resultado le da es la excomunión. Este anatema no sólo maldecirá al emperador sino a todo príncipe, rey o soberano que se enfrente a ellos, lo cual provocará en ocasiones guerras civiles, caos y ruina en el país afectado.

Los partidarios del Papa reciben el nombre de güelfos y los del emperador, gibelinos. Ambos militarán en sus propios partidos y en repetidas ocasiones se enfrentarán provocando un baño de sangre en zonas como el norte y centro de Italia.

El Temple consciente de esta situación debe saber situarse entre estos dos poderes. Mantenerse firme en su posición que aparentemente debe ser de compromiso con sus superiores papales pero también de respeto a la figura del emperador. Esta equidistancia irritará a más de un Papa, que tendrá que echar mano de otro monarca para acabar con algún emperador y de paso si se puede, con toda su estirpe, como ocurrió con el emperador Federico II de Hohenstauffen.

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