jueves, 12 de marzo de 2009

El Temple III

Fundamentos ideológicos del Temple

¿Cuál era el modelo de convivencia deseado por los templarios? ¿Tenían alguno?

“Una mirada de conjunto al hecho histórico nos plantea siempre la realidad inalterable de dos fuerzas encontradas que buscan el poder y que tratan de sojuzgarse mutuamente y de sojuzgar a la comunidad humana desde la cúspide del poder, sin tomar en cuenta más que la propia capacidad de dominio y despreciando, abiertamente o subrepticiamente, la esencial necesidad que el ser humano tiene de elegir su destino en libertad.

Aunque la historia académica y oficial pretenda ignorarlo, es bien significativo el hecho de que, en ese juego constante de tensiones por el dominio y el poder, el esoterismo, la magia y las ciencias ocultas han atraído siempre a los rivales en litigio.

La conciencia, cierta o intuida, de que, por encima de los conocimientos accesibles y permitidos (que sólo conducen al progreso material y son, por tanto, una forma más de dependencia) y por encima de la fe religiosa (que es la manipulación esclavizante por excelencia, puesto que obliga a creer en lo que se ignora por decreto, existe un conocimiento prohibido, secreto y oculto, cuyo dominio podría presuntamente conducir al ser humano al encuentro y a la comprensión más profunda.

Hay una correlación matemática entre el saber y el poder. El que tiene (o cree tener) acceso a la realidad trascendente, el que posee o cree poseer las fórmulas que conducen al dominio de esa realidad, sabe de su ascendiente mítico sobre una parcela del pueblo sistemáticamente proscrita a la ignorancia y, a través de ella, a la superstición y a la dependencia de todo poder de origen desconocido, al cual acatará, reverenciará y hasta llegará a deidificar.”

Muchos indicios nos llevan a pensar que los monjes templarios una búsqueda decidida del conocimiento, lo que nos lleva a preguntarnos la finalidad a la que servía toda esa acumulación de sabiduría. ¿Aspiraban los caballeros sólo al poder por el poder y al mantenimiento subsiguiente en la ignorancia del pueblo, o por el contrario tenían como objetivo el desarrollo y el progreso en libertad de toda la comunidad? ¿Pretendían el dominio o la liberación de las mentes? Juan G. Atienza opina que la meta secreta de los templarios era la instauración de un régimen sinárquico liberador y universalista.

Sinarquía

Etimológicamente significa gobierno con principios. En la sinarquía las personas que detentan el poder se subordinan a las que gozan del saber, la inteligencia y la moral trascendente. La enseñanza, la justicia y la economía pilares de nuestra sociedad de convivencia serían dirigidas por una autoridades sociales elegidas por sufragio universal. Estos estamentos elegirían a su vez a los administradores políticos por medio de una suerte de examen iniciático que garantizase no sólo la idoneidad material sino también el moral. En la sinarquía, la autoridad, es decir el saber y la capacidad de trasmitirlo al resto de ciudadanos es lo principal. En nuestro sistema político actual es el poder a secas quien dirige los destinos, aunque detrás de ese poder no se esconda un mínimo de inteligencia.

La consecuencia sería un gobierno universal basado en las ideas de fraternidad e igualdad. Algo así como lo que persiguió la revolución francesa. Es curioso que allí donde nació el Temple también germinase la revolución más influyente de la historia. Los nuevos dirigentes salidos de ese nuevo orden serían justos, morales, cultos y espirituales, no caerían en la corrupción que tan frecuentemente va unida al poder.

Como monjes (sabiduría), como ejército (justicia) y como banqueros (economía) se adaptaban a lo que considerábamos más atrás como los pilares de la organización sinárquica. De otro lado, y siguiendo siempre a Atienza, el Temple nunca ejerció poder político aunque influyera muchas veces decisivamente sobre los reyes de su entorno. Persiguieron el conocimiento trascendente allí donde existía, fuera en religiones hermanas como el judaísmo, el islamismo o el cristianismo herético o lo fuera en los restos de las ancestrales creencias paganas.

Allí donde se implantaron los monjes templarios el desarrollo social, intelectual, económico y espiritual florecieron a la par (las magníficas catedrales, las abundantes cosechas, las escuelas intelectuales, el espíritu de tolerancia…). Su desaparición borró ese progreso y comenzó una feroz persecución hacia aquellas minorías, antes protegidas por la Orden, que guardaban un conocimiento superior. Estas personas "diferentes" acabaron segregadas, marginadas y marcadas con el estigma de lo extraño y degenerado.

Un ensayo del proyecto sinárquico puede considerarse la creación del Reino de Jerusalén, donde se practicó cierta libertad religiosa y el rey sometía sus decisiones al control de un Parlamento de Notables. De hecho Atienza cree ver en los templarios los protagonistas en la creación de los Estados Generales de Francia en 1302, y lo apunta como motivo principal del ensañamiento que la orden comenzaría a sufrir sólo 5 años después por parte de Felipe V.

El gran problema con que se encontrarían los templarios para poner en marcha estas ideas sería la inmensa dificultad para hacer entender a las gentes de la época estas concepciones. Quizás tampoco les dio tiempo. O tal vez todo esto no es más que una bella quimera producto de escritores románticos y el Temple no fuera más que un reflejo de la déspota situación social de la que eclosionaron y nunca tuviesen entre sus fines tales presupuestos. Pero lo más probable es que estas grandes intenciones acabaran como siempre terminan, en hermosas pretensiones que son enterradas bajo el ansia ilimitada de poder que persigue el ser humano y bajo los intereses particulares de determinados grupos de presión. Vamos, que los que están arriba no quieren que nada cambie, entre ellos por su puesto la iglesia católica y el poder temporal (reyes y nobles). Para ello, como dice Atienza, sería necesario una "crisis apocalíptica universal que rompiera de una vez por todas y totalmente los esquemas de una conciencia de poder secularmente establecida".

Teocracia

Los templarios buscarían la unidad del mundo conocido por medio de una verdad trascendental, el gnosticismo o la vieja ciencia sagrada-ancestral. Las creencias gnósticas habrían sido recogidas por filósofos como Pitágoras y Platón procedentes de las enseñanzas del Antiguo Egipto y de otros lugares como la India, la Europa celta, el maniqueísmo y zoroastrismo de la Antigua Persia. De ahí se impregnaría a la nueva religión dominante, el cristianismo, pero con la clara pretensión de transcenderla. La religión gnóstica sería pues lo que quedaría de una "ciencia" propiedad de una grandiosa civilización, que se iría transmitiendo en el transcurrir de los siglos. Una ciencia donde religión y ciencia, vendrían unidas de la mano formando una única realidad cuyas consecuencias consistían en dotar al individuo de un desarrollo integral de su persona, un hombre totalmente consciente de sí mismo y de su entorno, sin sesgos ni aberrantes espacios en blanco que amenazaran constantemente con arrastrarle hacia el abismo. Ese mismo modo de entender el Cosmos era el responsable de la construcción de los zigurat mesopotámicos, las pirámides egipcias, las stupas hindúes y en los tiempos del Temple de las imponentes catedrales góticas.

Los templarios serían iniciados en los misterios gnósticos. La presencia de estatuas con figuras hermafroditas y con inscripciones al respecto del fuego en la encomienda de Viena parecerían confirmarlo, pues representarían a divinidades intermedias entre Dios y los hombres (eones, emanaciones divinas), con un claro referente alquímico y gnóstico.

Además de una religión/ciencia común, un pontífice/emperador se encargaría de administrar el gobierno de acuerdo con la sabiduría que la práctica de dichas creencias necesariamente proporcionaría.

Contexto histórico

La Orden del Temple surge a principios del siglo XII, en plena Edad Media, durante lo que para algunos fue la gran noche de la humanidad. Una época de oscurantismo religioso que concluirá con la llegada del Renacimiento en el siglo XV. Ciudades como Florencia en Italia fueron testigos de un nuevo florecer de la cultura con el resurgimiento de las formas clásicas. Sin embargo una minoría de autores no están de acuerdo con la afirmación clásica de que el Medievo fue un periodo tenebroso de involución en el desarrollo europeo. Destacan el esplendor que significaría el siglo XI al concebir las inigualables obras de arte que son las catedrales góticas. El ocultismo es de un parecer semejante, considera al arte renacentista un arte asentado en "vulgares" criterios estéticos mientras el medieval construía por y para el Conocimiento y con un profundo sentido espiritual.

A partir del siglo XI Europa experimenta un ligero impulso con la conversión al cristianismo de los pueblos del norte y este de Europa y la detención del avance musulmán en el sur. En esta época sólo lo que es actualmente España y Portugal se encuentra en poder árabe. Sicilia ya había sido reconquistada por los normandos en el año 1071.

Imperio Bizantino

Las invasiones bárbaras del siglo V habían sumido a Occidente en un auténtico caos. La guerra, la migración al campo, la destrucción de las vías de comunicación, la degeneración de la vida urbana, la vuelta a una primitiva economía de trueque, la desaparición de la legalidad... habían convertido a Europa Occidental en un nido de chacales donde el débil debía pedir protección al fuerte si quería sobrevivir. Pero el imperio Romano Oriental no sufre este proceso, sigue imperturbable aún por el año 1000. Es el estado cristiano más extenso, rico y culto. Ocupaba lo que hoy es Egipto, Grecia, Turquía, Siria, Yugoslavia, Creta, Chipre y sur de Italia. Sin embargo en el transcurso del siglo XI el imperio Bizantino se separa de Occidente (cisma de 1055), pierde Asia Menor (Antioquía, Edesa, Nicea...) a manos de los turcos y también el sur de Italia le es arrebatado por los normandos. El debilitamiento de Bizancio será un factor clave para el surgimiento de las cruzadas. En el 1071 Constantinopla había armado un poderoso ejército para conquistar Armenia y arrebatársela a los turcos pero en cambio es derrotado en la batalla de Manzikert, lo que les costó ir perdiendo poco a poco sus territorios en la península de Anatolia (Asia Menor). Con este estado de cosas en el año 1081 Alejo I Comneno accede a la dirección de un Imperio muy debilitado.

· Derrotado militarmente en el este por las tribus turcas y en el oeste por los normandos que incluso habían desembarcado en las costas Yugoslavas.

· Desmoronado por dentro debido a las disputas entre las familias candidatas a hacerse con las riendas del poder.

· Financieramente en un estado lamentable.

Lo primero lo resolvió en parte, por medio de la excelente diplomacia que caracterizaría a Bizancio, lo segundo como siempre se habían hecho (la ceguera provocada a los rivales incómodos era un método muy utilizado) y lo tercero, el saneamiento económico, por medio de devaluaciones y privilegios a comerciantes extranjeros, sobre todo a italianos en pago a la ayuda prestada por sus flotas.

Alejo, a través de sus embajadores, decidió pedir ayuda militar al Papa contra los turcos, unos cuantos soldados mercenarios. Pero se encontró de repente con un ingente movimiento militar, social, religioso, político y místico, las cruzadas. Una vez restablecido del susto (eran tantos los soldados cruzados que llegaban a la capital Constantinopla que podían poner en aprietos su propio imperio si así se lo proponían) Alejo I intentaría sacar provecho a esta marea cristiana proveniente del Oeste y recuperar algo del terreno perdido con respecto a los turcos.

Reforma gregoriana

Durante la segunda mitad del siglo XI el Papa Gregorio VII inicia una reforma encaminada a la lucha en dos frentes.

1. Contra la corrupción de muchos religiosos, plasmada en la trasgresión del celibato (nicolaísmo), de los votos de pobreza, como el tráfico de misas (simonía) y el pecado de "sintonía", obtener un puesto en la curia a cambio de dinero o influencias.

2. Contra el poder de los laicos en la iglesia. Las diversas disputas entre diversos candidatos al trono papal en Roma había llevado a un vacío de poder del que se había beneficiado el poder seglar, desde el emperador hasta el más humilde señor de aldea. El emperador hasta 1061 elegía a los Papas, los reyes imponían a sus familiares y amigos como obispos, los señores feudales administraban las abadías como si de sus propiedades se tratasen y los señores rurales se quedaban con las rentas de las iglesias.

Para la consecución de sus propósitos el Papa Gregorio elabora las 27 disposiciones llamadas Dictatus Papae. En ella exigía la fidelidad a la iglesia de Roma, el poder total sobre los asuntos eclesiásticos, el reconocimiento a la infalibilidad del Santo Padre, y el derecho de este a deponer gobernantes, incluidos reyes y emperadores. Obviamente el enfrentamiento con los poderes políticos no se iba a hacer esperar. La confrontación más dura le vino como era de esperar por parte del emperador, que tradicionalmente era él quien entronaba a los Papas y no al revés. Gregorio VII intentó acabar con esto en una feroz disputa con el emperador Enrique IV, que pareció llegar a su fin con la entrevista de Canosa, en la que el emperador descalzo y en ropa de penitente, en pleno invierno de 1077, suplicó el perdón para con su excomunión. Sin embargo el emperador no se rindió y acabaría situando, por medio de la fuerza de las armas, a un antipapa afín en el trono de Pedro.

Poder normando

Los normandos (hombres del norte) fueron contingentes sobre todo de daneses, pero también de noruegos y suecos (varegos) que ocuparon una región del noroeste de Francia, en la actual Normandía. Desde allí saltarían, en 1066, hacia la conquista de la cercana Inglaterra. Conseguida esta conquista, la Isla pasaría a formar parte del circuito comercial continental y se impondría el sistema feudal. Invadieron también el sur de Italia expulsando a bizantinos y musulmanes. En lo sucesivo las cruzadas dispondrían en Nápoles y Sicilia de bases de transporte hacia Oriente Próximo.

Las conquistas escandinavas se produjeron gracias a su poderío marítimo, sin embargo también avanzaron por tierra creando la ruta de los variagos que cruzaba las inmensas extensiones de Rusia y llegaba a la mismísima Constantinopla. Curiosamente allí coincidirían con sajones huidos de la ocupación normanda de Inglaterra y acabarían formando parte del ejercito bizantino. Sin embargo estos cuerpos militares no siempre eran de ayuda para el imperio ya que con frecuencia se revelaban y creaban pequeños territorios independientes. Curiosamente en más de una ocasión los orientales se vieron obligados a echar mano de los odiados turcos para controlar a su vez a estos belicosos normandos.

Estados italianos

Venecia comerciaba con Oriente de la que importa sedas y especias. Por el año 992 obtienen del imperio Bizantino grandes ventajas fiscales y en el año 1082 el emperador Alejo aumenta estas concesiones que les permite comprar y vender en todos los puntos del imperio sin apenas trabas aduaneras. De hecho los venecianos poseen un gran barrio en Constantinopla, al igual que sus rivales pisanos. Unos y otros son utilizados por Bizancio cuando alguno de ellos se propasaba en sus pretensiones. Pero con las conquistas cruzadas se ve la oportunidad perfecta para introducirse en Oriente Próximo y hacerse los amos del comercio en el Mediterráneo, desplazando a bizantinos y musulmanes. No sólo Venecia sino también otras ciudades volcadas en el comercio como Pisa y Génova, se lanzan a mandar flotas en ayuda de los esforzados cruzados, consiguiendo desde el principio importantes prebendas por parte de los nuevos gobernantes cristianos, como barrios en ciudades, factorías... En el futuro las rivalidades políticas y comerciales entre pisanos y venecianos por un lado y genoveses por otro derivarían en una pequeña guerra civil en Oriente Medio y en un gran conflicto en Italia que se traduciría con el tiempo en graves incidentes entre hospitalarios y templarios en las calles de Acre.

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