jueves, 28 de enero de 2010

¿Quién fue Preste Juan?

Preste Juan

Origen del mito

Normalmente, cuando se trata de leyendas medievales, no se espera encontrar muchas fuentes históricas sobre ese tema. Éste no es el caso. Los referentes que hablan sobre la leyenda o existencia de Preste Juan van desde el siglo XII hasta finales del XV, o incluso principios del XVI. Se encuentran esparcidas por toda Europa, hasta Irán e incluso el Asia central.

Comprenden crónicas reales —especialmente de aquellos monarcas interesados en la cruzada—, crónicas de nobles —también relacionados con la cruzada—, crónicas y tratados de obispos y gente de iglesia, crónicas y relatos de viajeros, que incluyen cartas de cruzados a sus casas, informes oficiales de la Iglesia, etc. En general, fuentes relacionadas de un modo u otro con la idea de cruzada.

La leyenda

La leyenda en sí trata de un mítico rey cristiano, que gobernó sobre un pueblo cristiano, y que vivió en la zona de "las tres Indias", en alguno sitio al este de los antiguos estados latinos de Ultramar (cuando tenían Tierra Santa). Este rey, tarde o temprano, vendría desde Oriente para ayudar a los cruzados a recuperar Tierra Santa para la Cristiandad. Así podría aniquilar al poder musulmán en esa parte del mundo. Al menos eso era lo que se creía en la Europa medieval.

Por esa razón el Papa Alejandro III (1159 – 1181) envió una carta, en el año 1177, dirigida al ‘‘Apreciado hijo de Dios Juan, rey ilustre y magnífico en la India’’ (‘‘Carissimo in christo filio Iohanni, illustro et magnifico indorum regi’’). Esa era la creencia y esperanza de las gentes de la quinta cruzada (1217 - 1221). Por esa razón, San Luis envió al franciscano Longjumeau en un viaje hacia 0riente, hacia el pueblo de los ‘tártaros’ (en realidad mongoles, 1247) para tratar de descubrir alguna huella de ese Preste Juan.

La leyenda evoluciona

Parece que todo comenzó en 1145, con una nota en el libro del obispo de Freishing, Otto, ‘‘Historia duabus civitatibus’’ ("Historia de dos ciudades", libro VII, capítulo 33), que decía que Hugo, obispo de Jabala, le había contado la existencia de un tal Preste Juan. Era rey de unos cristianos, que vivían en Oriente, más allá de Persia y Armenia.

En su libro contaba que ese rey había iniciado una guerra contra el sultán de Persia pocos años antes y, tras haberle vencido, se dirigía hacia el Oeste para atacar a los estados musulmanes y ayudar a los cruzados. Sin embargo, ríos y montañas habían impedido su progreso y, tras perder a muchos hombres, se había visto forzado a regresar a su reino.

Otto también sabía que este rey era un cristiano nestoriano, que descendía de la raza de los Magi. Evidentemente esta historia no suponía que se esperara una ayuda inmediata para la segunda cruzada, que se estaba preparando en esos momentos y que Hugo trataba de animar, después de la caída de Edesa, que había estado en manos cruzadas (1141, Asia menor). Suponía una puerta a la esperanza. La idea de esa posible ayuda por parte de un rey cristiano desde el Oriente sobreviviría a sus creadores.

En 1220, durante el transcurso de la quinta cruzada, ya se creía que quien vendría no sería el propio Preste Juan, sino uno de sus nietos, heredero cristiano de su reino. La cruzada atravesaba por momentos difíciles en Damietta (Egipto). Al final, ni las tropas imperiales alemanes, ni el mítico sucesor de Preste Juan harían acto de presencia.

En busca de preste Juan

En 1246, Juan de Plano Carpini, enviado a los mongoles como embajador por el Papa Inocencio IV (gobernó entre 1243-1254), sostenía que Preste Juan era un rey cristiano en la Gran India. También decía que había conseguido derrotar a un importante ejército mongol, comandado por uno de los hijos de Gengis Kan. En ese tiempo el gran Kan (rey) era uno de los nietos del conquistador Gengis Kan.

En 1248, William of Reubruck, aparte de decir que al Oriente de los estados cruzados de Ultramar nadie conocía a Preste Juan, salvo unos cuantos nestorianos. También afirmaba, sin embargo, que Preste Juan era el rey y el pastor de un pueblo cristiano que vivía en el Oriente, en el tiempo de la conquista de Antioquía (Turquía, ca. 1100).

Cuando murió, sin herederos, su hermano Unc -que también era rey y pastor de otro pueblo de cristianos al este del de su hermano-, creció en poder. Sin embargo, Unc renegó de la fe cristiana. Poco después, se produjo una batalla entre Unc y Gengis Kan, en la que Unc murió. No obstante, una de sus hijas cristianas se casó con uno de los hijos de Gengis.

La visión de Marco Polo

En 1298, Marco Polo dictó su obra ''Libro de las cosas maravillosas'', basado en sus experiencias de viaje como comerciante por Asia y como embajador del gran kan (Kublai Kan, 1260-1294).

En este libro contaba que: ''en el principio, los tártaros [realmente, mongoles] no tenían un gran señor que los gobernara a todos, pero tenían que pagar un tributo a Preste Juan [llamado Uncan en su propia idioma, o Toghril por los mongoles], un rey cristiano nestoriano, hasta que la multitud de los tártaros hizo pensar a Preste Juan a llevar a cabo acciones punitivas contra ellos (...) en 1187, los tártaros, bajo el liderato de Gengis Kan se rebelaron (...) de tal manera que hubo una gran batalla contra Uncan [Preste Juan] en la que éste murió; con lo que todos sus territorios y vasallos pasaron a poder de Gengis Kan, quien desposó a sus herederos con los descendientes de Preste Juan, de tal manera que son éstos los que aún en día gobiernan sobre los tártaros y un montón de pueblos más.''

La realidad y la leyenda, ¿la cara amable de los Mongoles?

La historia narrada por Otto en 1145 parece estar basado en los acontecimientos que llevaron a la derrota del Sultán selyúcida Sanjar por los Karakitai en 1141. El kan de esta tribu mongola no era cristiano, pero sí contaba entre sus filas con muchos cristianos nestorianos.

Por otra parte, sí era verdad que había otras tribus mongolas que eran cristianos nestorianos, incluidos sus kanes, como los naimanos o los keraitos, principales aliados de Gengis Kan hasta que éste se enfrentó a ellos y los derrotó a principios del siglo XIII. Sin embargo, no los exterminaría sino que prefirió mezclarse con ellos, de tal manera que las mujeres keraitas, que eran todas cristianas nestorianas, se casaron con los descendientes de Gengis Kan.

Todo eso, junto la presencia de una considerable población cristiana nestoriana entre los mongoles, la influencia de las mujeres keraitas y la situación geográfica, hizo del Islam el principal enemigo de los mongoles. Así pasaron a convertirse en potenciales aliados de los cristianos

La esperanza cristiana era contactar con ese poder oriental, llamado Preste Juan, más o menos cristiano, para combatir al islam. Parte de esas esperanzas parecieron cumplirse cuando, en 1141, el sultán selyúcida había sido destruido. Especialmente, en 1218, cuando el principal sultanato islámico en Asia, Jorezm, quedó destruido bajo las hordas de Gengis Kan.

A esto, se añadirían los ataques mongoles sobre territorio islámico desde 1224, en adelante, hasta la caída de Bagdad (Iraq) en 1258. Sin embargo, para aquel entonces, los cristianos ya habían empezado a temer al poderío mongol.

En realidad, desde 1220, había motivos para estar preocupados. El reino cristiano de Georgia, así como un ejército búlgaro y otro ruso, habían sucumbido a manos de los mongoles. Sobre todo, desde 1237 hasta 1241, la cristiandad occidental había sufrido los devastadores ataques mongoles en Rusia, Polonia y Hungría.

Por lo tanto, en 1242 los mongoles, que hasta entonces se había considerado como las tropas de Preste Juan, pasaron a ser considerados como una amenaza inminente para la cristiandad.

No obstante, los poderes occidentales aún pensaban que debía existir un Preste Juan, o un descendiente suyo con el que tratar. Se enviaron emisarios tanto en su búsqueda como en la recopilación de más información sobre los mongoles. Hacia 1249, San Luis sabía que no había ningún Preste Juan con quien tratar.

Sin embargo, esperaba que los cristianos pudieran lograr algún tipo de pacto amistoso con los mongoles. De esta manera querían conseguir los puntos básicos que prometía la leyenda de Preste Juan: conseguir un aliado oriental que atacara desde el Este a las fuerzas islámicas mientras que los cristiano atacaran desde el Oeste para recuperar Jerusalén. Pero estos tratos corresponden a otra historia.

El éxito de la leyenda y su popularidad

Así que entre el corpus de las leyendas medievales la de Preste Juan contaba con muchas bases reales, incluso más de las que se podrían haber esperado sus originales impulsores en Occidente. Es verdad que había cristianos (nestorianos) en Asia.

Si no era verdad que su líder era cristiano, sí lo era que era el hijo adoptivo de un kan (rey) cristiano y que sus hijos desposaron a princesas cristianas; y resultó verdad que un enemigo común a cristianos y mongoles eran los poderes musulmanes de Próximo Oriente.

En cualquier caso, para buscar la respuesta al porqué de la popularidad de la leyenda habría que ir al punto de partida: Jerusalén (Israel). Era imposible que los francos asentados allí desconocieran la existencia de peregrinos cristianos que procedían tanto del Oriente como de Etiopía, otro reino cristiano en África.

Alimentando esta conciencia, se puede encontrar la tradición de relatos de las 'maravillas de Oriente', que datan del período clásico. La combinación de todos esos elementos es suficiente explicación para la popularidad de la leyenda en época de la segunda y quinta cruzada.

El fin de Preste Juan

1249 pudo haber sido el fin de Preste Juan, pero la leyenda aún pervivió. Así, los portugueses de principios de s. XV continuaron buscándole, esta vez ya no en India sino en su camino hacia la India, es decir, en Etiopía.

Cabe recordar que, entre las razones que se encuentran en el diario de Cristóbal Colón para justificar su expedición hacia el Oeste (América) figuraba en primer plano la búsqueda de ese posible aliado en Oriente. O sea, ese preste Juan, que ayudaría al rey Fernando el Católico en su soñada cruzada final para liberar Tierra Santa. El siglo XVI, la regularización de los contacto con Filipinas y Japón supuso la muerte efectiva del mito de Preste Juan. Felipe II ya no buscaría la ayuda de ese imaginario aliado.

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