lunes, 16 de marzo de 2009

El Temple V

Organización

La Casa del Gran Maestre

El Gran Maestre: Llamado a veces de Ultramar (Oriente Próximo) porque su residencia estaba en Oriente. Obviamente era la máxima autoridad. Su poder sobre el resto de los hermanos era casi total en lo tocante al ámbito militar, en cuanto al religioso estaba sometido únicamente al Papa y al Capítulo General, como cualquier otro abad de una orden religiosa cristiana. De hecho era una especie de Abad General de la orden. Por otra parte era equiparado a príncipe entre la aristocracia, tenía su propio séquito y portaba el bastón de mando (y la vara, símbolos ambos de medida). Era elegido por doce electores, provenientes de las distintas provincias templarias, en un acto que presidía un capellán. El elegido debía ser un hombre con gran experiencia militar, sobre todo en la lucha contra los musulmanes. De origen noble, frecuentemente pertenecía a la aristocracia franca, flamenca, aragonesa u oriental. Se encargaba de inspeccionar el tesoro (las finanzas), de nombrar y cesar a los caballeros y altos cargos, siempre con beneplácito del Capitulo General. El bastón de mando era el ábaco. Un bastón en cuyo extremo superior destacaba un pomo blanco rematado por una cruz rodeada por un círculo. Poseía 4 caballos de marcha y un caballo turcomano, es decir un caballo de combate.

El Gran Maestre disponía de un Estado Mayor compuesto por un senescal y un mariscal. El primero representaba la jefatura de la Casa del Gran Maestre y el último se responsabilizaba de las gestiones militares.

El Senescal: Era el encargado de las labores administrativas generadas desde la jefatura del cuartel general de la Orden, el representante del Maestre y en su ausencia la máxima autoridad. Asistía a todas las reuniones de importancia. Sin embargo en la práctica tenía menos poder y atribuciones de importancia que el Mariscal.

El Mariscal: Estaba encargado del armamento y de los caballos, después del Maestre era la siguiente autoridad en importancia.

Comtur (comendador) o Tesorero: Se encargaban de la tesorería e intendencia general. Era de gran importancia el Gran Preceptor del Reino de Jerusalén o sea el Maestre Provincial de Jerusalén. Llevaba la administración económica de la orden y debía rendir cuentas periódicamente y cuando así se lo exigiesen los altos dignatarios. Era, pues, el encargado de administrar el botín de guerra. Debía, además, proveer de escolta a los peregrinos y se encargaba de las relaciones de la ciudad con Occidente.

La Casa del Gran Maestre la componía además de los anteriores sus capitanes, los caballeros, un capellán, un clérigo que hacía las veces de correo, un sargento, un escribano, un pañero o drapier (se ocupaba del vestuario de los hermanos), el turcopolier el encargado de la caballería ligera oriental, un intérprete árabe y varios criados como los encargados de cuidar de sus caballos, en especial del turcomano. Destacan también las figuras del Sotomariscal, ayudante del mariscal y encargado del buen estado del armamento, el gonfalonero (el portaestandarte), el cocinero, y el herrero.

El Capítulo

Los capítulos podían ser de 2 tipos:

· El ordinario, se reunía una vez a la semana y discutía sobre la gestión de la Casa y sobre cuestiones pendientes de disciplina.

· El general, no se sabe con exactitud que grandes personalidades del Temple formaban parte de él. Se sabe que elegían al Gran Maestre, ya fuese de forma definitiva o interina, sobre todo cuando corría prisa la elección como en caso de muerte del Gran Maestre en tiempos de guerra. Para la elección del Gran Maestre previamente se elegían a doce hermanos de distintas nacionalidades en honor de los doce apóstoles.

Organización provincial

· Maestre provincial o preceptor: Representaba la máxima autoridad Templaria en el reino cristiano en cuestión. No era extraño, sobre todo en los primeros tiempos encontrar a un Maestre Provincial controlando varios reinos, como aquel que controlaba las regiones de Aquitania-Cataluña o Aragón-Provenza.

· Bailíos: Responsables de pequeños territorios de la orden, que podían contener varias encomiendas.

· Visitadores: Eran los inspectores de la orden. Iban viajando por las distintas provincias templarias, controlando la disciplina y el sometimiento a la Regla, así como el correcto funcionamiento de las encomiendas.

· Comendadores: Muchos de ellos no eran más que sargentos, eran encargados de las distintas propiedades de la Orden.

· Capellanes: Se dedicaban a la oración y a impartir el Santo Oficio.

· Caballeros monjes y seculares: En la práctica había 2 tipos de caballeros templarios, unos los guerreros (seculares) y otros los monjes. Estos últimos, más inclinados hacia labores laicas o seculares no tenían por qué ser de origen noble y debían pasar un duro noviciado. En cambio a los guerreros sí debían ser de alta alcurnia pero nunca bastardos y no sufrían un periodo de preparación tan exhaustivo, a lo que sí se les obligaba era a prometer seguir unas pautas de comportamiento de acuerdo a la Regla. Eran aristócratas porque sólo a la nobleza le estaba permitido o podían permitirse combatir en caballo en aquella época. El no a los hijos ilegítimos, más que a cuestiones religiosas podía deberse a la intención de evitar que los nobles los colocaran en la Orden para favorecer sus intereses, como era muy común en la época.

· Caballeros seculares: Disponían de tres monturas, en concreto de dos corceles de marcha y uno de arremetida (combate). En campaña dormían en tienda y fuera de ella en celda separada con colchón, sabana y manta. Poseían escudero. Era muy común en la época entre los nobles participar durante una año de las experiencias templarias, para al finalizar ese periodo volver a sus territorios. Una especie de servicio militar voluntario para la aristocracia.

· Sargentos: Eran mandos que por su linaje no aristocrático ocupaban un escalón inferior al de los caballeros, aunque también tenían caballo y sirviente. En campaña no disfrutaban de tienda donde descansar, dormían al raso.

· Hermanos legos o de oficio: Ejercían las distintas profesiones, menesteres u oficios como los carpinteros, herreros, armeros, tejedores, marinos, agricultores, técnicos de las máquinas de guerra... Eran los pilares que sustentaban a la Orden tanto en Oriente como en Occidente.

Organización territorial del Temple

Se dividía en Oriental y Occidental y estaba lógicamente adaptada a las distintas circunstancias de los dos territorios. En Oriente un nutrido ejército preparado para la rápida movilización y en Occidente un factor de orden, civilización y progreso garantizado por la red de encomiendas. En España, donde por razones obvias, el factor militar tenía un papel protagonista, las dos políticas se aunaban en una con características específicas.

La organización templaria acabó extendiéndose desde Portugal hasta Hungría.

Un conjunto de encomiendas formaba una bailía y un conjunto de bailías una casa provincial:

· OCCIDENTE

  1. Portugal
  2. Aragón y Cataluña
  3. Castilla y León y Mallorca
  4. Francia y Aubernia
  5. Inglaterra, Escocia e Irlanda
  6. Alemania y Hungría
  7. Austria y Bohemia
  8. Italia
  9. Pouille (Apulia) y Sicilia

· ORIENTE

  1. Jerusalén
  2. Trípoli
  3. Antioquía
  4. Chipre
  5. Edesa

Atuendos templarios

El ajuar del templario constaba de dos camisas, cuatro calzones, un sayón o falda, una túnica, dos mantos, uno de verano y otro de invierno, un cinturón, un bonete de algodón y otro de cuero. La túnica sería de lana blanca al estilo cisterciense. Usaban camisa y calzones de piel de oveja de los cuales no debían desprenderse para dormir. Tenían a su disposición dos sábanas y dos mantas. Los caballeros vestían además capa blanca, los sargentos capa parda y los capellanes ropas verdes, con guantes blancos para impartir la eucaristía. Por el 1147, el Papa Eugenio III les concedió portar la cruz roja en sus capas, símbolo de la sangre que deberían derramar (incluida la suya) en virtud de la defensa de la fe cristiana. Sobre la ubicación de esta cruz y su tipo hay diversas opiniones. Es probable que inicialmente la portaran en el hombro izquierdo únicamente pero con el transcurrir del tiempo también la exhibiesen sobre el pecho e incluso en la espalda.

Los templarios mantuvieron una agria disputa con la orden de los Caballeros Teutónicos, motivada por el color de la capa de estos últimos. Los templarios se quejaron al Papa, por aquel entonces Inocencio III, de la utilización del color blanco por parte de los germanos y aunque el Papa falló en favor de los templarios, la disputa la zanjó el Patriarca de Jerusalén (que necesitaba de todos los soldados de Cristo), de modo que permitía a los alemanes vestir igualmente una capa blanca pero en cambio la cruz que portarían sería de ahí en adelante negra (por roja la de nuestros protagonistas).

Los templarios y sus sirvientes llevaban el pelo y la barba corta. No se la rasuraban. Esto les comportó un beneficio inesperado pues los árabes y demás poblaciones de Oriente consideraban la barba y el bigote un símbolo de virilidad y hombría mientras que en Europa la moda era la contraria, el rostro afeitado y el pelo largo. Esto hizo que los infieles no sólo respetasen a los templarios por sus hazañas en el campo de batalla y su actitud ante la vida sino también por su apariencia física. Para los infieles los templarios eran una raza aparte dentro del enemigo cristiano, los más valientes y los que más temor, sin duda alguna, les suscitaban de entre todos los europeos.

En el ámbito militar los caballeros templarios portaban una cota de mallas que les cubría prácticamente todo el cuerpo y que constaba de anillas unidas entre sí, muy flexible, se podía enrollar para facilitar su transporte en los viajes. La cabeza era protegida por un yelmo de forma cilíndrica al que únicamente se le practicaba unas pequeñas aberturas en cada lado de la cara a la altura de los ojos con la misión de facilitar la visión de los ojos y algunas veces también pequeños agujeros en la parte de las mejillas para propiciar la respiración. Unos remaches de acero en forma de cruz surcaban de arriba abajo y de derecha a izquierda la parte frontal del yelmo a la altura de los ojos y de la nariz. Este casco era muy pesado, 10 kilogramos, por lo que solo se llevaba en batalla. El escudo tenia forma de triángulo invertido con los bordes redondeados. Al igual que ocurría con la katana para los Sumarais los caballeros tenían en muy alta estima a su espada, la consideran una seña fundamental de su identidad por lo que no les gusta separarse de ella. La espada de los tiempos del Temple era de corte que daña con las hojas afiladas, no con la punta. Su altura podía alcanzar metro y medio lo cual da una idea del tamaño descomunal de estas armas, sobre todo cuando la talla de la población en la Edad Media era bastante inferior a la actual, debido con toda seguridad a las pobres dietas alimenticias de la época. Los templarios tenían prohibido exhibir adornos hechos de metales nobles y de piedras preciosas, ni lazos, ni zapatos puntiagudos muy de moda entre la nobleza europea por entonces.

"Vosotros, que cubrís vuestros cabellos con sedas y vuestra cotas de malla con femeninos adornos. Vosotros que adornáis lanzas, escudos, sillas de montar y espuelas con oro y piedras preciosas; vosotros qué vais pomposamente hacia la muerte, ¿creéis que estos oropeles, son los arneses de un verdadero caballero? ¡No, son adornos propios de mujer! ¿Creéis acaso, que los enemigos se deslumbrarán con el oro, se cegarán con el brillo de las piedras preciosas, o se quebrarán sus armas al chocar contra vuestras sedas? Vosotros continuáis peinándoos como mujeres, cubriéndoos las piernas con largas camisas, y escondiendo en anchas mangas vuestras delicadas manos ¡Y así vestidos os batís por banalidades, intrigas de mujer, insignificantes ofensas o bienes temporales!"

Cruces templarias

Es un tema continuo de discusión entre los estudiosos, el tipo de la cruz que portaban los templarios. No está nada claro cuales habrían sido las cruces que mostraban orgullosos los templarios durante sus andanzas, sin embargo lo más probable es que se decantaran por la cruz griega o por alguna variante de la cruz paté/malta. La forma dependería también del lugar y de los gustos. Incluso, el grado en la jerarquía pudiera ser que se identificase a través de la exhibición de una peculiar forma de cruz, simbolizando esta el grado de saber o iniciación en los secretos de la Orden. Lo cierto es que los investigadores no se ponen de acuerdo en el tipo de cruz o cruces predilectas de los templarios. Las que tendrían más posibilidades de ostentar el privilegio de denominarse "cruz templaria" serían:

· La Cruz Latina o la Cruz Griega: Campomanes las considera como la cruz templaria por antonomasia, al menos en España. Aparecen en las fachadas de los antiguos edificios de los caballeros o sobre el manto de los templarios representados en distintas obras de arte.

· La Cruz Paté: En su versión griega o latina también es considerada por muchos como característica de estos caballeros. Se pueden encontrar con frecuencia en sellos, edificaciones, documentos, obras de arte y tumbas relacionados con la orden.

· La cruz Tau: Xavier Musquera en su obra la Espada y la Cruz (Ediciones Nowtilus frontera) apunta a la posibilidad de que fuera emblema de las altas jerarquías dentro de la orden o señalizara la especial importancia de algún enclave.

· La Cruz Patriarcal: Igual que en el caso anterior algunos expertos la consideran signo de jerarquía. Por su parte, parece ser que fue la elegida por los monjes para el adorno de los relicarios a los que eran tan adeptos dentro de la Orden.

· La Cruz Resarcelada, Bífida, de Malta (la Cruz de Ocho Beatitudes), Octogonal o Céltica: Fue adoptada durante el liderazgo en la orden de Roberto de Craon y adoptada posteriormente por la orden rival del Hospital de San Juan. Sin embargo los brazos de las cruces templarias a diferencia de las de los hospitalarios no acababan en punta sino en medio círculo convexo o cóncavo. La bífida, que es parecida, se encuentra gravada sobre los muros de la encomienda inglesa de Galway. Todas ellas con sus variaciones vendrían a formar parte de un mismo esquema.

· La Cruz Potenzada: En color rojo también pudo ser utilizada por los caballeros templarios. Se encuentra representada sobre los muros de la encomienda de Galway.

· La Cruz Bizantina: También aparece en las encomiendas templarias.

Encomiendas

Contrariamente a lo que sucedía en Oriente donde la construcción de castillos y fortalezas eran un factor primordial en la estrategia de supervivencia de la Orden y del resto de la cristiandad, en esa parte del mundo, en Europa, los motores que movían de forma decidida la organización templaria eran las encomiendas. También es cierto que el Temple construyó fortificaciones, sobre todo en el sur de Europa, para luchar contra los moros y los piratas. Las encomiendas constituirán un motor civilizador que dotará de energía a la visión templaria del mundo. La encomienda constaba de una Casa Madre y de otras edificaciones separadas. El propósito de esta era reunir a los distintos hermanos templarios en una misma dependencia pues los caballeros-monjes debían vivir en recogimiento. Al principio, las encomiendas son pequeñas edificaciones de madera hechas de forma precaria donde viven los frailes y algunos pocos sirvientes con los que cultivan y cuidan las tierras adyacentes a sus dominios. Posteriormente, se convertirán en edificaciones más complejas en las que pueden llegar a trabajar prácticamente toda la población de los alrededores. Cada encomienda es responsable de una explotación agraria o varias. Se convierten, muchas de ellas, en un conjunto de edificios, en forma cuadrangular, con cuatro torres presidiendo las esquinas y con un sistema de fosos y lagos rodeándolo. Este agua podía servir como vivero (criadero de peces, el consumo de carne estaba limitado), abrevadero para las reses y tal vez defensivo. Suponían una buena fortificación contra bandidos y pequeñas bandas de asaltantes pero no contra un gran ejército.

Las encomiendas eran dirigidas por un caballero o sargento al que lógicamente se le llamaba comendador.

Como decíamos, el complejo estaba formado por la casa grande donde residía el comendador y los caballeros, hablamos del convento, separado normalmente físicamente del resto de las edificaciones. La capilla de los caballeros podía estar dentro o ser accesible desde la propia casa. Otras partes de las encomiendas serían la hospedería, donde los viajeros y peregrinos podían hacer noche a salvo de delincuentes, los edificios de los artesanos y de los granjeros (mesnia: los obreros de a pie de las granjas) que vivían en el recinto junto con sus familias, la Iglesia que la podían disfrutar todos los miembros de la encomienda a diferencia de lo que ocurría con la capilla de los caballeros, la cual sólo la podían disfrutar estos. Carpinteros, herreros, albañiles y artesanos de diversos oficios trabajaban para la Casa, y se agrupaban en hermandades bajo la protección de la Orden (que recordemos sólo respondía ante el Santo Padre) siendo constructores no sólo de encomiendas sino también de catedrales, las maravillosas catedrales góticas.

Las encomiendas urbanas funcionaban más que nada como almacenes y depósitos.

En estas granjas se producen además de legumbres, hortalizas y demás productos del campo como quesos, jamones... que no sólo se destinan al consumo propio sino que también se venden en los mercados, muchos de estos controlados por el Temple. Los productos de mayor durabilidad se exportan incluso hacia Ultramar.

Como decíamos, las encomiendas son la base del poder templario, desde ellas controlan los caminos y rutas que permiten el comercio, ofrecen seguridad frente a asaltantes por medio de su ejército (utilizan la letra de cambio para evitar el transporte de grandes sumas de dinero), controlan los diezmos, tributos y rentas de las que son objeto (e incluso las de otros, como reyes o nobles, por eso en algunas monografías son considerados banqueros), organizan sus granjas o haciendas e incluso llegan a controlar los mercados.

No obstante los centros templarios se dividirían entre aquellos destinados a la explotación económica y comercial y los que servían al estudio y búsqueda del conocimiento con mayúsculas. Esto último se deduce de la escasa rentabilidad económica y al alejamiento de las rutas comerciales de las tierras sobre las que en ocasiones misteriosamente se asentaban los templarios, lugares cargados de poder.

Las encomiendas templarias no dependían de señor ni obispo ninguno, no rendían tributo a poder secular o religioso alguno. Como orden religiosa que era el Temple, sus encomiendas sólo estaban sometidas al control Papal.

Rutas Templarias

Los templarios a través de sus encomiendas controlaban gran parte de las rutas comerciales dotándolas de una seguridad que favorecía el tránsito de mercancías y personas.

No sólo el Temple protegía estos importantes caminos sino que ofrecía hospitalidad al comerciante en sus encomiendas donde podía pasar seguro la noche. Les ofrecía la posibilidad de utilizar la letra de cambio, les orientaba en su viaje, en los caminos que debía seguir para evitar los peajes de algún Señor...

Esta faceta civilizadora era la verdadera misión del Temple, según Louis Charpentier, encaminar a Occidente hacia el progreso.

Una ruta de gran importancia para los freires templarios la tenemos en nuestro país, el Camino de Santiago. Prácticamente todas las edificaciones que la influencia del Temple hizo posibles, son detectables, a juicio de aquel investigador.

“Como los templarios de España no sufrieron el destino de sus hermanos franceses, italianos o ingleses, las cruces de sus casas no fueron golpeadas más que sus otras marcas, lo cual permite descubrirlas fácilmente. Además de ese panteón de San Juan de la Peña, se descubre estas marcas en el extraordinario pueblo de Berdún que domina el río Aragón y que guarda el valle de Ansó el "val du Jaru". Se las encuentra en Sangüesa, donde el temple poseía la capilla de San Adrián, asimismo sobre el río Aragón, enmarcando ambas construcciones templarias el monasterio de Leyre. Más al Oeste, y siempre dentro del camino de las estrellas, el Temple estaba instalado en Gares, que hoy es Puente de la Reina, en Estrella, en Torres del Río; más al Oeste todavía, en Gradefes, en Ponferrada, en el mismo Padrón, sobre el Atlántico, donde la iglesia está cubierta de cruces del Temple.”

En Puente de la Reina los templarios se establecen por primera vez en España, convirtiendo posteriormente este lugar en su casa madre. En el Camino a Compostela existen una gran cantidad de iglesias circulares, como la de Eunate, que Charpentier relaciona con el Temple y con los compañeros constructores, con sus rituales secretos...

viernes, 13 de marzo de 2009

Pensamiento Mínimo

Nadie es perfecto.

Nadie


El Temple IV

Cultura y ciencia medieval

El Imperio romano lega a Europa Occidental la lengua latina. El latín se convierte en el idioma "universal", en el vehículo que facilitaba la comunicación entre los diversos centros de pensamiento europeo como hoy lo sería el inglés. El método para la obtención de conocimiento era el fundamentalmente el deductivo o socrático. A partir de verdades reveladas se esperaba obtener conclusiones válidas. Un ejemplo de este tipo de razonamiento es San Anselmo y su famosa probatura de la existencia de Dios que la mayoría hemos conocido a través de la asignatura de filosofía (el argumento ontológico). Un magnífico ejemplo de la RAZON puesta al servicio de la FE que pasamos a explicar brevemente:

· Premisa mayor: Concebimos a Dios como aquello mayor que lo cual nada puede pensarse. Esa idea de Dios es fácilmente entendible por cualquiera.

· Premisa menor: Si la existencia es una perfección y una idea sólo fuera eso y no tuviera una entidad real, fuera únicamente una fantasía, nos encontraríamos con que ya no es lo mayor, pues cualquier cosa que existiese ya sería mayor, más perfecta.

· Conclusión: Si hemos quedado que Dios es lo mayor Dios tiene que existir necesariamente. Lo contrario sería absurdo desde el punto de vista de la razón.

Pedro Abelardo sin embargo prefiere las explicaciones y las demostraciones y no solo las afirmaciones basadas en la FE. La talla de su figura allanaría el camino a otros grandes personajes posteriores como Santo Tomas, Alberto Magno y Roger Bacon.

En la esfera de las letras surgen obras maestras como el cantar del Mío Cid en España, La Chanson de Roland en Francia y la canción de los Nibelungos en Alemania.

El estado de la ciencia se resume en una serie de conocimientos englobados en dentro de los artes prohibidos de la hechicería, la alquimia, la hidráulica, la mecánica (aun por sistematizar), astrología (incluía conocimientos empíricos de astronomía).

Se conocía la geografía de Europa y de las costas mediterráneas, en matemáticas Europa estaba mucho más atrasada que el mundo islámico y lo mismo se puede decir de la medicina (prohibición de disecciones). El derecho que aun se utilizaba era el romano con algún agregado del germánico.

Feudalismo

Desde el siglo III la tendencia del Occidente imperial, más pobre que sus hermanos orientales, será concentrarse en el campo. Se crearán grandes latifundios controlados por un señor que hará de intermediario entre los campesinos y los exigentes funcionarios de la hacienda del imperio. La caída del Roma no solo fue el fin de un largo periodo político sino también el fin de la ley y el orden en Europa y el aumento consiguiente de la influencia de los señores al carecer de un poder central superior. Los bárbaros no usaban el derecho ya que otorgaban más valor a las relaciones personales, también las bandas de malhechores recorrían los caminos y hacían y deshacían sobre todo en apartados dominios rurales. Ante esta situación los campesinos, legos en el uso de las armas (los malhechores solían ser antiguos soldados) recurrían a sus vecinos más poderosos en busca de protección. Estos solían disponer de un pequeño ejército privado. A cambio el señor recibía una parte de la cosecha o del ganado. En su origen el feudalismo consistía únicamente en esto, una relación de mutuo beneficio más o menos de igual a igual. Pero como siempre no tardaría el poderoso en darse cuenta de su condición de privilegio y con el tiempo el señor se haría con las tierras que antes pertenecían al campesino. Ahora pertenecían al señor que "gentilmente" las cedía para ser trabajadas a cambio de fidelidad y servidumbre. El vasallo está obligado a prestar incluso ayuda militar a su señor. El campesino pasa a ser siervo. Si este se mostraba bueno en el arte de la guerra y para ello debía invertir grandes cantidades en armas y montura, el señor podía premiarle con un buen feudo, aunque la propiedad, no lo olvidemos, seguía siendo del señor. Estamos ante un sistema fuertemente jerarquizado donde prácticamente todos tienen a alguien por encima y con suerte por debajo. Los nobles responden ante al rey u otros nobles. Son premiados con grandes extensiones por sus servicios y la gestión de los terrenos se va haciendo con el tiempo hereditaria. De este modo llega un momento en que el rey forma parte de una monarquía rodeada de poderosísimos nobles, muchas veces con más recursos que él mismo.

Los condes, barones, duques no serían más que representantes de la corona que debido a la debilidad de esta hacen y deshacen a su antojo. Detrás de sus seguros castillos y su ejército son considerados los señores absolutos de los territorios que gestionan. Los reyes en cambio no poseen en muchos casos ejército permanente y dependen de los señores para llevar a cabo sus proyectos militares. A partir del siglo XIII la situación va a dar un giro. Las monarquías y las identidades nacionales se verán fuertemente reforzadas, surgiendo el concepto de nación. Es decir en el feudalismo las leyes prácticamente no existían como las entendemos hoy. Todo se regía por la costumbre, lo cual justificó muchos de los excesos y facilitó la pervivencia del sistema. Otro elemento importante fue sin duda el castillo, centro social, político, cultural e incluso religioso compitiendo en estos 2 últimos aspectos con los centros religiosos como monasterios o abadías.

En cuanto al comercio que nunca interesó en gran medida a los pueblos bárbaros (nunca les atrajo el Mediterráneo) se ahogó en un pozo de pequeños poderes independientes muy rapaces. Sólo el control de ese mar irá venciendo la resistencia. El énfasis de la orden de Cluny por las peregrinaciones y el auge comercial de las ciudades mercantiles, sobre todo italianas, llevarán en el 1015 a pisanos y genoveses a derrotar a la flota musulmana y a limpiar Mallorca de piratas sarracenos. El control del Mediterráneo parece ya un hecho.

A su vez irán surgiendo burgos, pequeñas ciudades donde la población se encarga de realizar y comerciar con productos, es decir de artesanos y comerciantes, sobre todo en Italia y Alemania. Se pretende con ello una cierta independencia y autonomía política con respecto a los señores que en muchos casos se traducen en fueros. Los fueros se entenderían como privilegios que un poder superior otorga a un lugar concreto para dispensarle de ciertas obligaciones que el resto si está obligado a respetar.

Caballería

El concepto de caballería y de caballero fue sufriendo una lenta evolución desde unos orígenes en los que cualquiera que se hiciera con armas y montura podía llegar a ser considerado caballero hasta el momento en que sólo unos pocos, cuyos padres hubieran detentado previamente esa posición, podrían acceder al derecho (de sangre) de poder serlo ellos igualmente. La caballería espejo de los nuevos señores de Europa, los bárbaros germánicos, era en un principio brutal y sin ninguna consideración por el individuo. Fue entonces cuando la iglesia, encabezada por los monjes benitos, intentó civilizarla y a través de los cantares épicos y de gesta creó un modelo de caballero donde el valor, el honor, la lealtad, el amor (hacia Dios y hacia los demás), la justicia y por su puesto la religión, eran sus divisas. Lo último derivó a su vez en un feroz odio hacia las restantes religiones, sobre todo hacia los musulmanes (esto explica, hasta un punto, las carnicerías que provocaron en Oriente). Caballería y creencias religiosas se dan la mano y surgen ritos de iniciación, las armas llegan a llevar inscritos ciertos símbolos cabalísticos y se practica un entrenamiento físico y moral que tiene su expresión más conocida en el ritual de armar caballeros. Surgió así la caballería "caballeresca". El ideal caballeresco no acabaría totalmente con la brutalidad pero sin duda la mitigaría.

La orden de Cluny

En el año 911 el monje Bernon fundó un monasterio, Cluny, en unos terrenos cedidos por Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania (Borgoña). El contexto en que surge este movimiento monástico es el de una iglesia que cree reconocer en la dependencia que sufre a los poderes laicos la raíz de la corrupción que la asola. En ese momento un grupo de monjes de Cluny parecen ser el ejemplo que debe seguir la Iglesia para despojarse de sus principales males. Estos religiosos conviven independientes de todo poder civil y también religioso. Ni siquiera los obispos tienen competencia sobre ellos. Al igual que los templarios años después sólo reconocen al papado como su superior. Cluny propicia la unión con los otros monasterios benedictinos que hasta entonces se encontraban desperdigados haciendo cada uno la guerra por su lado. A través de la centralización del poder, se organizan y estructuran llegando a alcanza a fines del siglo XI unos 200 monasterios y 200 prioratos, todos ellos sometidos únicamente al abad de Cluny y por supuesto a Roma. Esto último junto con la política de acción que sigue la orden (atención a necesitados y enfermos, a huérfanos, educación general y cristiana, apoyo a parroquias rurales...) la sitúan como la más importante e influyente del momento. Su obra fue continuada por el Cister y los templarios. Cluny pues realiza una aportación capital que es la idea de que todo religioso cristiano sin importar su categoría en la escala eclesial debe obediencia al Papa. Sin esta unidad de acción sería impensable la entusiasta acogida que tuvo en todo Occidente la exhortación del papa Urbano que desencadenante de la era de las cruzadas.

La orden del Cister

Fue creada por San Roberto en la abadía de Citeaux con el objetivo de recuperar los viejos principios benedictinos de pobreza, trabajo y oración, aunque fue durante la jefatura de San Esteban (tercer abad) y la tutela de San Bernardo cuando mayor expansión alcanzó. Estuvo íntimamente ligada a la orden templaria, de hecho algunos monjes-soldados acabaron incorporándose al cister por uno y otro motivo. Esta afinidad lleva a algunos autores a consideran al Temple por lo menos en sus inicios, como una proyección del cister que a imagen y semejanza de su prohombre, San Bernardo, dejaría en manos de gentes de acción aquellas misiones y quehaceres que a una orden contemplativa como la de Citeaux les estaban vedados. La orden militar surgiría como un apéndice que con el tiempo llegaría a superar a sus maestros, en poder e influencia.

Los monasterios en esa ola de barbarie que barrió Europa después de la caída del Imperio Romano se convirtieron en los refugios de la cultura. Se inició con San Benito en Montecasino y prosiguió con las abadías benedictinas. Siempre en busca de una independencia y autonomía que les permitiese sumergirse en el conocimiento y el saber. De Cluny surgió el arte románico y del Cister el gótico. Para Louis Charpentier la llegada al gótico supuso el entrenamiento de grandes cantidades de maestros constructores que dejaron su imponente sello en forma de edificios religiosos en los siglos XI, XII y XIII. La ciencia que utilizaron para llevar a cabo esas magníficas obras arquitectónicas era la Vieja Ciencia utilizada por los constructores de dólmenes, por los egipcios... Una ciencia en comunión con la tierra y de ancestral procedencia sólo a la vista de los iniciados que consiguiesen descifrar ciertas claves. Los templarios darían con la pista, los cistercienses de Claraval y Citeaux la descifrarían y los templarios nuevamente velarían por ella, por su aplicación, para alcanzar el objetivo de sacar a Occidente de la oscuridad y dotarle de luz y progreso. Por ello el Temple era rico y poderoso. Protegía el desarrollo del comercio, de la artesanía y de la agricultura. Lo consiguió a través de sus encomiendas (seguro peaje) y de la seguridad que proporcionaban a las rutas que las cruzaban, por medio de la letra de cambio, el control sobre los mercados, su flota, sus granjas con inmensos graneros que suponían un motivo de alivio en épocas de escasez... Todo ello bañado de una profunda espiritualidad. Por que como dice Charpentier, el hombre sin espiritualidad no es más que un animal vertical. El resultado visible son las cerca de 200 iglesias y catedrales (sólo en Francia) construidas en los siglos de pervivencia de la orden y con toda probabilidad financiadas y surtidas de hermanos de oficio por la orden templaria. Por eso el báculo de los Grandes Maestres es la vara de los maestros constructores.

Año 1000

Las invasiones bárbaras dejaron a Europa en un estado lamentable producto del continuo estado de guerra, pillaje, masacre y exterminio en que la sumieron. Las únicas construcciones que acometían eran pequeñas fortalezas de madera donde guardaban el botín capturado. La situación de crisis fue perpetuándose a causa de las nuevas invasiones musulmanas y normandas.

Pero en torno al año 1000 las cosas van cambiando, las masivas invasiones se detienen, las técnicas agrícolas mejoran, se desforesta para cultivar mayores territorios, la cría de caballos ayuda en las tareas del campo, se realizan obras de riego, canales, diques, pozos, se construyen molinos hidráulicos, se desecan pantanos. La producción pues aumenta, surgen los excedentes, la población crece, las ciudades incrementan su población (aunque no se pueden comparar ni de lejos con las orientales donde se da una mayor tradición urbana. Surgen artesanos, peones, constructores... Las rutas comerciales vuelven a estar operativas.

En la arquitectura religiosa se produce un boom, empiezan a construirse cientos de edificios románicos. ¿De dónde salen los arquitectos, escultores, pintores, artesanos, albañiles, carpinteros, toda clase de artistas capaces de acometer tales obras? Por supuesto de los monasterios benedictinos. Primero de Cluny, después del Cister y finalmente también del Temple. Con la desaparición de los últimos y el ocaso de los penúltimos tenemos que se construyeron más edificios religiosos de calidad en 3 siglos que en todos los siglos posteriores. Tal vez haya que reformular la anterior pregunta e interrogarnos acerca ¿de dónde surgió el conocimiento capaz de levantar la catedral de Chartres? Es como si de repente la luz se hiciera y pasásemos de rudas construcciones románicas a celestiales y grandiosas catedrales góticas. Una de las explicaciones sería que efectivamente el Medievo fue una época da analfabetismo general, originado por las invasiones euroasiáticas y mantenido por el clero secular, pero el contrapunto surgiría de los monjes, de los ermitaños, de San Benito, de San Bernardo... custodios de los antiguos saberes, transmisores de conocimiento, saberes sólo para unos pocos, iniciados, LOS CONSTRUCTORES DE LAS CATEDRALES, la conexión espíritu-piedra (materia).

Imperio contra Papado

Mientras el papado se considera sucesor de San Pedro, el imperio se considera heredero de la gran Roma clásica. Las pretensiones de los papas de alzarse como custodios de todas las naciones cristianas no sólo en lo tocante a los asuntos religiosos sino también en lo político harán explotar un enfrentamiento que se extenderá durante toda la Edad Media. Esta lucha tendrá como protagonistas al emperador del Sacro Imperio Germánico y al Papa. Desde el Palacio Laterano (precursor del Vaticano) se sueña con adueñarse no sólo de las conciencias religiosas sino también de territorios, poder y riquezas que hagan más poderosa a la organización católica. Estrategias impropias de una institución religiosa como las coacciones, los sobornos, las calumnias, las intrigas, las conjuras políticas, los asesinatos e incluso el genocidio pasan a formar parte de "modus operandi" de algunos Papas. A través de las excomuniones y los complots los pontífices irán manteniendo a raya a los soberanos díscolos, que verán amenazadas sus tierras por rivales internos y externos, los cuales invadirán sus tierras y atribuciones con el beneplácito papal como bandera. El emperador es uno de los pocos soberanos que acumula suficiente poder como para enfrentarse de tú a tú con el Papa. El primero no puede acceder legítimamente a esa posición sino es coronado por el último por lo que muchas veces el emperador forzará militarmente la elección de un pontífice de su conveniencia (al que la historia acabará denominando antipapa) que dejará de entrometerse en sus asuntos o incluso los apoyará en sumiso agradecimiento. Aunque el Papa tiene su propio ejército, la técnica que mejor resultado le da es la excomunión. Este anatema no sólo maldecirá al emperador sino a todo príncipe, rey o soberano que se enfrente a ellos, lo cual provocará en ocasiones guerras civiles, caos y ruina en el país afectado.

Los partidarios del Papa reciben el nombre de güelfos y los del emperador, gibelinos. Ambos militarán en sus propios partidos y en repetidas ocasiones se enfrentarán provocando un baño de sangre en zonas como el norte y centro de Italia.

El Temple consciente de esta situación debe saber situarse entre estos dos poderes. Mantenerse firme en su posición que aparentemente debe ser de compromiso con sus superiores papales pero también de respeto a la figura del emperador. Esta equidistancia irritará a más de un Papa, que tendrá que echar mano de otro monarca para acabar con algún emperador y de paso si se puede, con toda su estirpe, como ocurrió con el emperador Federico II de Hohenstauffen.

jueves, 12 de marzo de 2009

Pensamiento Mínimo

Lo peor que puede hacerse es cruzar un precipicio de dos saltos.

El Temple III

Fundamentos ideológicos del Temple

¿Cuál era el modelo de convivencia deseado por los templarios? ¿Tenían alguno?

“Una mirada de conjunto al hecho histórico nos plantea siempre la realidad inalterable de dos fuerzas encontradas que buscan el poder y que tratan de sojuzgarse mutuamente y de sojuzgar a la comunidad humana desde la cúspide del poder, sin tomar en cuenta más que la propia capacidad de dominio y despreciando, abiertamente o subrepticiamente, la esencial necesidad que el ser humano tiene de elegir su destino en libertad.

Aunque la historia académica y oficial pretenda ignorarlo, es bien significativo el hecho de que, en ese juego constante de tensiones por el dominio y el poder, el esoterismo, la magia y las ciencias ocultas han atraído siempre a los rivales en litigio.

La conciencia, cierta o intuida, de que, por encima de los conocimientos accesibles y permitidos (que sólo conducen al progreso material y son, por tanto, una forma más de dependencia) y por encima de la fe religiosa (que es la manipulación esclavizante por excelencia, puesto que obliga a creer en lo que se ignora por decreto, existe un conocimiento prohibido, secreto y oculto, cuyo dominio podría presuntamente conducir al ser humano al encuentro y a la comprensión más profunda.

Hay una correlación matemática entre el saber y el poder. El que tiene (o cree tener) acceso a la realidad trascendente, el que posee o cree poseer las fórmulas que conducen al dominio de esa realidad, sabe de su ascendiente mítico sobre una parcela del pueblo sistemáticamente proscrita a la ignorancia y, a través de ella, a la superstición y a la dependencia de todo poder de origen desconocido, al cual acatará, reverenciará y hasta llegará a deidificar.”

Muchos indicios nos llevan a pensar que los monjes templarios una búsqueda decidida del conocimiento, lo que nos lleva a preguntarnos la finalidad a la que servía toda esa acumulación de sabiduría. ¿Aspiraban los caballeros sólo al poder por el poder y al mantenimiento subsiguiente en la ignorancia del pueblo, o por el contrario tenían como objetivo el desarrollo y el progreso en libertad de toda la comunidad? ¿Pretendían el dominio o la liberación de las mentes? Juan G. Atienza opina que la meta secreta de los templarios era la instauración de un régimen sinárquico liberador y universalista.

Sinarquía

Etimológicamente significa gobierno con principios. En la sinarquía las personas que detentan el poder se subordinan a las que gozan del saber, la inteligencia y la moral trascendente. La enseñanza, la justicia y la economía pilares de nuestra sociedad de convivencia serían dirigidas por una autoridades sociales elegidas por sufragio universal. Estos estamentos elegirían a su vez a los administradores políticos por medio de una suerte de examen iniciático que garantizase no sólo la idoneidad material sino también el moral. En la sinarquía, la autoridad, es decir el saber y la capacidad de trasmitirlo al resto de ciudadanos es lo principal. En nuestro sistema político actual es el poder a secas quien dirige los destinos, aunque detrás de ese poder no se esconda un mínimo de inteligencia.

La consecuencia sería un gobierno universal basado en las ideas de fraternidad e igualdad. Algo así como lo que persiguió la revolución francesa. Es curioso que allí donde nació el Temple también germinase la revolución más influyente de la historia. Los nuevos dirigentes salidos de ese nuevo orden serían justos, morales, cultos y espirituales, no caerían en la corrupción que tan frecuentemente va unida al poder.

Como monjes (sabiduría), como ejército (justicia) y como banqueros (economía) se adaptaban a lo que considerábamos más atrás como los pilares de la organización sinárquica. De otro lado, y siguiendo siempre a Atienza, el Temple nunca ejerció poder político aunque influyera muchas veces decisivamente sobre los reyes de su entorno. Persiguieron el conocimiento trascendente allí donde existía, fuera en religiones hermanas como el judaísmo, el islamismo o el cristianismo herético o lo fuera en los restos de las ancestrales creencias paganas.

Allí donde se implantaron los monjes templarios el desarrollo social, intelectual, económico y espiritual florecieron a la par (las magníficas catedrales, las abundantes cosechas, las escuelas intelectuales, el espíritu de tolerancia…). Su desaparición borró ese progreso y comenzó una feroz persecución hacia aquellas minorías, antes protegidas por la Orden, que guardaban un conocimiento superior. Estas personas "diferentes" acabaron segregadas, marginadas y marcadas con el estigma de lo extraño y degenerado.

Un ensayo del proyecto sinárquico puede considerarse la creación del Reino de Jerusalén, donde se practicó cierta libertad religiosa y el rey sometía sus decisiones al control de un Parlamento de Notables. De hecho Atienza cree ver en los templarios los protagonistas en la creación de los Estados Generales de Francia en 1302, y lo apunta como motivo principal del ensañamiento que la orden comenzaría a sufrir sólo 5 años después por parte de Felipe V.

El gran problema con que se encontrarían los templarios para poner en marcha estas ideas sería la inmensa dificultad para hacer entender a las gentes de la época estas concepciones. Quizás tampoco les dio tiempo. O tal vez todo esto no es más que una bella quimera producto de escritores románticos y el Temple no fuera más que un reflejo de la déspota situación social de la que eclosionaron y nunca tuviesen entre sus fines tales presupuestos. Pero lo más probable es que estas grandes intenciones acabaran como siempre terminan, en hermosas pretensiones que son enterradas bajo el ansia ilimitada de poder que persigue el ser humano y bajo los intereses particulares de determinados grupos de presión. Vamos, que los que están arriba no quieren que nada cambie, entre ellos por su puesto la iglesia católica y el poder temporal (reyes y nobles). Para ello, como dice Atienza, sería necesario una "crisis apocalíptica universal que rompiera de una vez por todas y totalmente los esquemas de una conciencia de poder secularmente establecida".

Teocracia

Los templarios buscarían la unidad del mundo conocido por medio de una verdad trascendental, el gnosticismo o la vieja ciencia sagrada-ancestral. Las creencias gnósticas habrían sido recogidas por filósofos como Pitágoras y Platón procedentes de las enseñanzas del Antiguo Egipto y de otros lugares como la India, la Europa celta, el maniqueísmo y zoroastrismo de la Antigua Persia. De ahí se impregnaría a la nueva religión dominante, el cristianismo, pero con la clara pretensión de transcenderla. La religión gnóstica sería pues lo que quedaría de una "ciencia" propiedad de una grandiosa civilización, que se iría transmitiendo en el transcurrir de los siglos. Una ciencia donde religión y ciencia, vendrían unidas de la mano formando una única realidad cuyas consecuencias consistían en dotar al individuo de un desarrollo integral de su persona, un hombre totalmente consciente de sí mismo y de su entorno, sin sesgos ni aberrantes espacios en blanco que amenazaran constantemente con arrastrarle hacia el abismo. Ese mismo modo de entender el Cosmos era el responsable de la construcción de los zigurat mesopotámicos, las pirámides egipcias, las stupas hindúes y en los tiempos del Temple de las imponentes catedrales góticas.

Los templarios serían iniciados en los misterios gnósticos. La presencia de estatuas con figuras hermafroditas y con inscripciones al respecto del fuego en la encomienda de Viena parecerían confirmarlo, pues representarían a divinidades intermedias entre Dios y los hombres (eones, emanaciones divinas), con un claro referente alquímico y gnóstico.

Además de una religión/ciencia común, un pontífice/emperador se encargaría de administrar el gobierno de acuerdo con la sabiduría que la práctica de dichas creencias necesariamente proporcionaría.

Contexto histórico

La Orden del Temple surge a principios del siglo XII, en plena Edad Media, durante lo que para algunos fue la gran noche de la humanidad. Una época de oscurantismo religioso que concluirá con la llegada del Renacimiento en el siglo XV. Ciudades como Florencia en Italia fueron testigos de un nuevo florecer de la cultura con el resurgimiento de las formas clásicas. Sin embargo una minoría de autores no están de acuerdo con la afirmación clásica de que el Medievo fue un periodo tenebroso de involución en el desarrollo europeo. Destacan el esplendor que significaría el siglo XI al concebir las inigualables obras de arte que son las catedrales góticas. El ocultismo es de un parecer semejante, considera al arte renacentista un arte asentado en "vulgares" criterios estéticos mientras el medieval construía por y para el Conocimiento y con un profundo sentido espiritual.

A partir del siglo XI Europa experimenta un ligero impulso con la conversión al cristianismo de los pueblos del norte y este de Europa y la detención del avance musulmán en el sur. En esta época sólo lo que es actualmente España y Portugal se encuentra en poder árabe. Sicilia ya había sido reconquistada por los normandos en el año 1071.

Imperio Bizantino

Las invasiones bárbaras del siglo V habían sumido a Occidente en un auténtico caos. La guerra, la migración al campo, la destrucción de las vías de comunicación, la degeneración de la vida urbana, la vuelta a una primitiva economía de trueque, la desaparición de la legalidad... habían convertido a Europa Occidental en un nido de chacales donde el débil debía pedir protección al fuerte si quería sobrevivir. Pero el imperio Romano Oriental no sufre este proceso, sigue imperturbable aún por el año 1000. Es el estado cristiano más extenso, rico y culto. Ocupaba lo que hoy es Egipto, Grecia, Turquía, Siria, Yugoslavia, Creta, Chipre y sur de Italia. Sin embargo en el transcurso del siglo XI el imperio Bizantino se separa de Occidente (cisma de 1055), pierde Asia Menor (Antioquía, Edesa, Nicea...) a manos de los turcos y también el sur de Italia le es arrebatado por los normandos. El debilitamiento de Bizancio será un factor clave para el surgimiento de las cruzadas. En el 1071 Constantinopla había armado un poderoso ejército para conquistar Armenia y arrebatársela a los turcos pero en cambio es derrotado en la batalla de Manzikert, lo que les costó ir perdiendo poco a poco sus territorios en la península de Anatolia (Asia Menor). Con este estado de cosas en el año 1081 Alejo I Comneno accede a la dirección de un Imperio muy debilitado.

· Derrotado militarmente en el este por las tribus turcas y en el oeste por los normandos que incluso habían desembarcado en las costas Yugoslavas.

· Desmoronado por dentro debido a las disputas entre las familias candidatas a hacerse con las riendas del poder.

· Financieramente en un estado lamentable.

Lo primero lo resolvió en parte, por medio de la excelente diplomacia que caracterizaría a Bizancio, lo segundo como siempre se habían hecho (la ceguera provocada a los rivales incómodos era un método muy utilizado) y lo tercero, el saneamiento económico, por medio de devaluaciones y privilegios a comerciantes extranjeros, sobre todo a italianos en pago a la ayuda prestada por sus flotas.

Alejo, a través de sus embajadores, decidió pedir ayuda militar al Papa contra los turcos, unos cuantos soldados mercenarios. Pero se encontró de repente con un ingente movimiento militar, social, religioso, político y místico, las cruzadas. Una vez restablecido del susto (eran tantos los soldados cruzados que llegaban a la capital Constantinopla que podían poner en aprietos su propio imperio si así se lo proponían) Alejo I intentaría sacar provecho a esta marea cristiana proveniente del Oeste y recuperar algo del terreno perdido con respecto a los turcos.

Reforma gregoriana

Durante la segunda mitad del siglo XI el Papa Gregorio VII inicia una reforma encaminada a la lucha en dos frentes.

1. Contra la corrupción de muchos religiosos, plasmada en la trasgresión del celibato (nicolaísmo), de los votos de pobreza, como el tráfico de misas (simonía) y el pecado de "sintonía", obtener un puesto en la curia a cambio de dinero o influencias.

2. Contra el poder de los laicos en la iglesia. Las diversas disputas entre diversos candidatos al trono papal en Roma había llevado a un vacío de poder del que se había beneficiado el poder seglar, desde el emperador hasta el más humilde señor de aldea. El emperador hasta 1061 elegía a los Papas, los reyes imponían a sus familiares y amigos como obispos, los señores feudales administraban las abadías como si de sus propiedades se tratasen y los señores rurales se quedaban con las rentas de las iglesias.

Para la consecución de sus propósitos el Papa Gregorio elabora las 27 disposiciones llamadas Dictatus Papae. En ella exigía la fidelidad a la iglesia de Roma, el poder total sobre los asuntos eclesiásticos, el reconocimiento a la infalibilidad del Santo Padre, y el derecho de este a deponer gobernantes, incluidos reyes y emperadores. Obviamente el enfrentamiento con los poderes políticos no se iba a hacer esperar. La confrontación más dura le vino como era de esperar por parte del emperador, que tradicionalmente era él quien entronaba a los Papas y no al revés. Gregorio VII intentó acabar con esto en una feroz disputa con el emperador Enrique IV, que pareció llegar a su fin con la entrevista de Canosa, en la que el emperador descalzo y en ropa de penitente, en pleno invierno de 1077, suplicó el perdón para con su excomunión. Sin embargo el emperador no se rindió y acabaría situando, por medio de la fuerza de las armas, a un antipapa afín en el trono de Pedro.

Poder normando

Los normandos (hombres del norte) fueron contingentes sobre todo de daneses, pero también de noruegos y suecos (varegos) que ocuparon una región del noroeste de Francia, en la actual Normandía. Desde allí saltarían, en 1066, hacia la conquista de la cercana Inglaterra. Conseguida esta conquista, la Isla pasaría a formar parte del circuito comercial continental y se impondría el sistema feudal. Invadieron también el sur de Italia expulsando a bizantinos y musulmanes. En lo sucesivo las cruzadas dispondrían en Nápoles y Sicilia de bases de transporte hacia Oriente Próximo.

Las conquistas escandinavas se produjeron gracias a su poderío marítimo, sin embargo también avanzaron por tierra creando la ruta de los variagos que cruzaba las inmensas extensiones de Rusia y llegaba a la mismísima Constantinopla. Curiosamente allí coincidirían con sajones huidos de la ocupación normanda de Inglaterra y acabarían formando parte del ejercito bizantino. Sin embargo estos cuerpos militares no siempre eran de ayuda para el imperio ya que con frecuencia se revelaban y creaban pequeños territorios independientes. Curiosamente en más de una ocasión los orientales se vieron obligados a echar mano de los odiados turcos para controlar a su vez a estos belicosos normandos.

Estados italianos

Venecia comerciaba con Oriente de la que importa sedas y especias. Por el año 992 obtienen del imperio Bizantino grandes ventajas fiscales y en el año 1082 el emperador Alejo aumenta estas concesiones que les permite comprar y vender en todos los puntos del imperio sin apenas trabas aduaneras. De hecho los venecianos poseen un gran barrio en Constantinopla, al igual que sus rivales pisanos. Unos y otros son utilizados por Bizancio cuando alguno de ellos se propasaba en sus pretensiones. Pero con las conquistas cruzadas se ve la oportunidad perfecta para introducirse en Oriente Próximo y hacerse los amos del comercio en el Mediterráneo, desplazando a bizantinos y musulmanes. No sólo Venecia sino también otras ciudades volcadas en el comercio como Pisa y Génova, se lanzan a mandar flotas en ayuda de los esforzados cruzados, consiguiendo desde el principio importantes prebendas por parte de los nuevos gobernantes cristianos, como barrios en ciudades, factorías... En el futuro las rivalidades políticas y comerciales entre pisanos y venecianos por un lado y genoveses por otro derivarían en una pequeña guerra civil en Oriente Medio y en un gran conflicto en Italia que se traduciría con el tiempo en graves incidentes entre hospitalarios y templarios en las calles de Acre.

lunes, 9 de marzo de 2009

Pensamiento Mínimo

La vida es una enfermedad mortal de transmisión sexual.

El Temple II

Bernardo de Claraval (San Bernardo)

Nació en el 1090 cerca de Dijon (Francia). Sin duda alguna se trata de una personalidad arrolladora. Propició el ingreso de otros 30 candidatos entre ellos 5 hermanos y un tío (André de Montbard, de su misma edad, futuro templario y con el tiempo Gran Maestre) en la abadía de Citeaux e hizo plegarse a sus deseos a condes, reyes, obispos e incluso Papas. Poseía una gran influencia propiciada por sus extraordinarias dotes de persuasión. Su gran personalidad, inteligencia y sabiduría lo hacían posible, dado que se trataba de un hombre sin territorios ni ejércitos, si excluimos los dominios del monasterio de Claraval y a sus monjes. Tanta fue su influencia que muchos autores contemporáneos se dejan llevar por la ensoñación y lo presentan como un iniciado en antiguos saberes druídicos, un dotado, un taumaturgo. Acaso ¿un nuevo mago Merlín? Leamos que nos dice San Bernardo en alguno de sus textos.

“Más cosas encontrareis en los bosques que en los libros; los árboles y las piedras pueden haceros ver lo que los maestros nunca os enseñarán ¿Pensáis acaso que no podéis libar miel de las piedras, aceite de la roca más dura? ¿Será que las montañas no destilan dulzura? ¿Será que las colinas no manan leche y miel? ¿Será que los valles no están llenos de trigo?”

De los nueve Caballeros del Templo que conforman el origen de esta Orden dos de ellos eran buenos conocidos de este extraordinario monje. Uno el jefe de la misión, Hugo de Payns, y el otro su familiar, hermano de su madre, Andrés de Montbard. Escribió la primera regla de los templarios, o al menos tuteló el proceso de su redacción de forma muy estrecha. También sería el autor del famoso texto de exaltación a los nuevos freires De laude novae militiae.

Se elucubra con el hecho de que una supuesta debilidad física le impidió formar parte del "Proyecto Temple" y que se consoló insuflándole un carácter épico a la Orden.

Lo cierto es que San Bernardo era un hombre profundamente espiritual que siempre aborreció la violencia sin una finalidad seria. Un hombre como San Bernardo aborrecía sin duda la agresividad de los militares seglares cuyas motivaciones le parecían ridículas, tal vez en ocasiones las respetase, pero él desde luego aspiraba a metas más altas.

Veía en una orden militar una alternativa a la vida monástica, la disciplina que otorgaba el trabajo de sus monjes cistercienses era sustituida en este caso con la preparación guerrera. Eran dos métodos equivalentes de alcanzar el mismo fin, la búsqueda de Dios, a través en el caso de los templarios de la férrea disciplina militar y la oración. Los guerreros sagrados ya eran otra cosa, a estos sí que los podía entender y también tutelar.

Fue un gran devoto de la Virgen. San Bernardo afirmaría tener una visión en la que se le aparecía la Madre con el Niño, veneración que transmitiría a sus muchachos del Temple. Se cuenta que tanta penitencia hizo que se le dañó el estómago y que padecía terriblemente desde entonces. Las visiones y extremas penitencias son dos pistas que nos revelan a un hombre obsesionado con alcanzar un mayor estado de conciencia en el cual aspirar a cierta comunicación con Dios.

El santo también viajaba mucho, tanto que no le dejaban tiempo para la oración y la meditación lo cual creía compensar con los sabios consejos que dispensaba.

Fue el predicador absoluto de la segunda cruzada, consiguiendo un gran éxito de convocatoria que sin embargo acabó siendo su más amarga derrota. El desastroso final de la expedición minó su poderosa influencia y con ello su ánimo y salud.

Y así, el 20 de agosto del año 1153 a los 63 años de edad, abandonó este mundo dejando huérfanos a los muchos discípulos que tenía en Europa y al cristianismo occidental en general.

El nacimiento oficial del Temple

El 14 de Enero de 1128 en Troyes, capital de la Champaña, se inicia el concilio que tendrá por objeto la creación de la Orden del Templo de Salomón. La elección de la ciudad muestra a las claras que el concilio se centró en dotar de oficialidad a la orden religiosa, aunque probablemente se tocaron otros asuntos de interés para la Iglesia. La ciudad del conde Teobaldo, heredero de Hugo de Champaña era la elección perfecta, no se hallaba lejos ni de Payns ni del monasterio de Claraval. Se encontraba en el mismo epicentro en donde se había concebido todo el movimiento que ahora desembocaba en la creación de la nueva institución.

El Papa Honorio II remite al concilio la petición de creación de la orden por parte del patriarca de Jerusalén y el 14 de Enero de 1128, en la catedral de Troyes, se aprueba la Regla templaria que debería regir la vida de "los pobres caballeros de Cristo" de ahora en adelante.

Al concilio asisten una variedad de figuras entre obispos, cardenales, abades, teólogos, nobles pero cabe destacar la presencia de algunas de ellas:

· San Bernardo de Claraval: La figura intelectual del concilio sin duda. Místico, erudito y dotado de un gran magnetismo, era la gran personalidad de la iglesia en la época y el gran impulsor de la recién creada orden.

· Esteban de Cister: Esteban Harding, abad de Citeaux, la segunda personalidad más influyente del concilio, inglés de nacimiento creó para los cistercienses su regla Reformada, la Carta de la Caridad. Fue sin duda la segunda personalidad religiosa de la época después de San Bernardo. Gran estudioso, viajero y de personalidad afable, según Marion Mellville representaba la fraternidad y camaradería de la iglesia.

· Cardenal Mateo de Albano, legado pontificio del Papa en Francia y presidente del Concilio.

· Juan II, obispo de Orleans por la gracia de Luis VI: Acusado de sodomita, súcubo y licencioso, podría ser considerado el personaje malvado, el precursor del ministro Nogaret. Era odiado profundamente por San Bernardo al que le molestaba sobremanera la abierta vida de homosexual practicante que llevaba junto a su habilidad para escalar peldaños de poder. Era conocido por el mote de Flora un intrigante personaje de la época clásica.

· Juan Michaelensis: Jean Michiel, secretario del concilio.

· Teobaldo de Blois, conde de la Champaña: Sobrino de Hugo de Champaña y su sucesor, al renegar el primero de su hijo legítimo. Legó un inmenso territorio y derechos al Temple como el monopolio de la explotación forestal de una buena parte de la comarca.

· Los templarios: El Gran Maestre Hugo de Payns acudió con cinco hermanos de la Orden. Godofredo de Saint-Amand, Rolando, Godofredo Bisoi, Payen de Montdidier y Archibaldo de Saint-Amand.

· Las órdenes cisterciense y benedictina, ampliamente representadas.

En el concilio se limitó la actuación a ratificar las normas que seguían desde hacían 9 años los templarios, matizando o eliminando algunas y aprobando el resto. Así en el prólogo de la regla del temple se expone:

“Y oímos por capítulo común la manera y el establecimiento de la orden de caballería de la boca del antedicho maestre, hermano Hugo de Payns; y según el conocimiento de la pequeñez de nuestra conciencia, lo que nos pareció bien y provechoso lo alabamos y lo que nos pareció sin razón lo descartamos. Y todo lo que en el presente concilio no pudo ser dicho ni contado por nosotros...lo dejamos a la discreción de nuestro honorable padre Honorius y del patriarca de Jerusalén, Esteban de la Ferte, que conocía la cuestión de la tierra de Oriente y de los Pobres Caballeros de Cristo... Yo, Juan Miguel..., fui el humilde escribano de la presente página, por mandato del concilio y del venerable padre Bernardo, abad de Claraval, a quien se había encargado y confiado este divino oficio.”

Los historiadores más ortodoxos fijan la finalidad del concilio en un deseo del rey Balduino II y del patriarca de la ciudad de oficializar la orden y facilitar el reclutamiento de guerreros que sirviesen a los intereses del reino. De atraer colonos cristianos a través del aumento de la seguridad que suponían los templarios y asegurar de paso las ofrendas que estos traían consigo y que enriquecían al clero. Por ello plantean que el viaje de los templarios a Europa lo financió el rey, siendo encargado Andrés de Montbard en compañía de otro hermano de entregar un mensaje de este al Papa.

Justificación moral

A simple vista causan asombro posturas tan alejadas entre sí como las de aquellos primeros cristianos que se dejaban masacrar dócilmente en los circos del Imperio Romano y la de los templarios, guerreros de afilada espada. Dos modelos de buen cristiano tan alejados entre sí como lo está la paz de la guerra ¿Cuál es la explicación a este cambio de mentalidad?

Fue precisamente San Bernardo quien justificó la guerra contra los enemigos de Cristo y ensalzó las conductas que llevasen a la muerte del infiel. Para el futuro santo existía una gran diferencia entre el homicidio penado que conducía al Infierno y el homicidio en nombre de Cristo que conducía al Paraíso ¿Cuándo sería lícito la utilización de la violencia? Cuando el poder de la iglesia peligrara, como por ejemplo ante un cisma, y en general para defender cualquier derecho legítimo o cuando un país no supiera castigar a sus delincuentes. Estamos ante el concepto de guerra defensiva donde la violencia es entendida como un medio de defensa ante inminentes ataques contra la fe católica que ponga en peligro la libertad de su práctica. San Bernardo zanjó los conflictos de conciencia con su manuscrito Elogio a la nueva milicia donde deja claro que la muerte del infiel suponía una salvaguarda a la libertad de profesar la verdadera fe, la católica.

Motivos sociológicos ayudaron a la propagación de estas ideas. Por aquellos tiempos había surgido una nueva clase de militar, el soldado especializado en guerrear a caballo, es decir el caballero. Muchos de estos personajes se dedicaban a cometer cualquier abuso contra la población que les viniera en gana. Eran tiempos muy duros. Tan sólo encontraban una cierta oposición desde el clero que intentaba por algún medio frenar los delitos y remitir el perjuicio causado a los indefensos. La iglesia ante los pobres resultados llega incluso a conminar a que se respeten al menos los días sagrados. Muchos de estos violentos individuos una vez puestos bajo el poder de la autoridad son obligados a engrosar las filas de peregrinos hacia Tierra Santa y normalmente entran a formar parte de las filas de los monjes templarios u hospitalarios en Palestina. Con lo cual "los mejores ejemplares" de Europa acaban haciendo de las suyas en Los Reinos Cruzados.

“Entre ellos hay malvados, impíos, ladrones, sacrílegos, asesinos, perjuros, adúlteros,... Con lo cual hay una doble ventaja: el país se libra de semejantes individuos mientras que en Oriente serán bien recibidos debido al servicio que van a prestar.”

Por otra parte la Iglesia soñaba con independizarse de los poderes seculares, de emperadores, de reyes y de la sujeción del resto de la nobleza, por lo que no veía con malos ojos un ejército propio y altamente capacitado al que poder echar mano en caso de necesidad ¡Vana ilusión! Las órdenes militares rara vez se enfrentaron a los reyes de los países en los que se establecieron, más bien fueron un apoyo más de estos.

Este cambio violento dentro de la Iglesia concebida por San Bernardo da pie a que algunos investigadores piensen que el santo sustraía sus ideas de antiguas reminiscencias paganas, donde la lucha era el camino para alcanzar el Paraíso, piénsese sino en la religión nórdica.

Cuando se da el fenómeno espectacular de las cruzadas no hacía mucho que el norte de Europa se había convertido a la fe cristiana por lo que las viejas religiones precristianas como la vikinga aun tenían cierta fuerza aunque fuera de una forma inconsciente e irracional. Los nórdicos habían llevado su religión junto con sus conquistas y sus correrías a Inglaterra y al norte de Francia.

Para ellos el Cielo consistiría en formar parte de los ejércitos de Odín o Wotan (equivalente teutónico) que residía en el Walhalla, un mundo donde los guerreros muertos valientemente en combate, pasarían a ingresar en sus ejércitos para luchar contra los demonios y gigantes que atacarían como parte del destino final de los dioses, el Ragnarok, la batalla final. Como decimos Odín iría reclutando sus guerreros de entre aquellos que hubieran batallado más heroicamente en la Tierra, para ello enviaba a los campos de batalla a mujeres guerreras vírgenes llamadas valkirias. Las valkirias portaban armaduras y lanzas, y eran las encargadas de transportar el alma de esos valientes al Walhalla. La vida en el paraíso de Odín y sus hijos Thor y Tiw por lo demás era muy sencilla, por la mañana guerrear y por la noche engullir jabalí, hacer el amor, beber hidromiel y contarse las gestas logradas en combate. Incluso aquellos mutilados y muertos en los enfrentamientos celestes se recuperaban a tiempo para disfrutar por la noche del festín. Mientras engullían narraban sus hazañas al calor del fuego, de la carne asada, la cerveza y la camaradería. Finalmente caerían rendidos, para despertar al amanecer y repetirse el ciclo, el eterno retorno, "la guerra".

En apariencia San Bernardo se ajustaba estrictamente a los cánones ortodoxos de su religión pero en realidad creemos que se dejaba guiar por otro tipo de ideas alejadas de los cánones cristianos. Tal vez esto lo sabía y lo aceptaba o bien nunca fue plenamente conscientemente de ello.