Dos principales corrientes
La regularidad es un concepto tan importante como debatido en el seno de la Francmasonería. En base a él, las Obediencias masónicas establecen acuerdos de mutuo reconocimiento y relación entre ellas. En general, se habla de Masonería Regular para referirse a la que se atiene a una serie de reglas tradicionales. Sin embargo, existe discrepancia sobre cuáles de estas normas son las realmente importantes y cuáles no, lo que da lugar a la división de la Masonería mundial en dos corrientes principales, a las que se puede añadir un cierto número logias y de pequeñas obediencias no adscritas a ninguna de las dos.
Las condiciones aceptadas por las dos corrientes principales para reconocer la regularidad de una Obediencia masónica son:
ü Que posea una legitimidad de origen; esto es, que su constitución haya sido auspiciada por alguna otra organización masónica regular. En este sentido, suele considerarse que la regularidad inicial emana de la antigua Gran Logia de Londres y Westminster.
ü El respeto a los valores y principios capitales establecidos en los documentos fundacionales, en concreto las llamadas Constituciones de Anderson, publicadas en 1723.
Las dos corrientes discrepan en varios puntos importantes, que afectan incluso a sus respectivas denominaciones. Ambas corrientes suelen ser conocidas, respectivamente, como regular, una de ellas, y como liberal o adogmática, la otra. Sin embargo, los representantes de la segunda mantienen que su corriente es también plenamente regular, mientras que los de la primera argumentan que la suya es asimismo esencialmente liberal y adogmática. Es imposible establecer un criterio objetivo sobre este tema. Quizá, lo que se puede afirmar es que las diferentes corrientes masónicas no se consideran identificadas con términos como irregular o dogmática. Finalmente, las logias que no se adscriben a los criterios de ninguna de las dos principales corrientes suelen ser denominadas salvajes, si bien ellas prefieren referirse a sí mismas como bajo la bóveda celeste.
Las características de las dos principales corrientes son, en resumen, las siguientes:
Ø La corriente que se denomina regular está encabezada por la Gran Logia Unida de Inglaterra y a ella se adscriben las principales obediencias, por lo que a número de miembros se refiere, de las Islas Británicas, Estados Unidos, los países de la Commonwealth, Iberoamérica y parte de Europa continental, incluida España. Basándose en su interpretación de la tradición masónica y, en particular, de las Constituciones de Anderson, las Obediencias y Logias de esta línea establecen los siguientes criterios de regularidad:
· La creencia en Dios o en un Ser Supremo, que puede ser entendido como un principio no dogmático, como un requisito imprescindible a sus miembros.
· Los juramentos deben realizarse sobre el llamado Volumen de la Ley Sagrada, generalmente la Biblia u otro libro considerado sagrado o símbolo de lo trascendente por el que realiza el juramento. La presencia de este Volumen de la Ley Sagrada, la Escuadra y el Compás son imprescindibles en la Logia.
· No se reconoce la iniciación masónica femenina ni se acepta el contacto masónico con las Logias que admitan a mujeres entre sus miembros.
· Están expresamente prohibidas las discusiones sobre política y religión, así como el posicionamiento institucional sobre estos aspectos.
Ø La corriente que se denomina liberal o adogmática tiene su principal exponente mundial en el Gran Oriente de Francia. Es la principal corriente, por lo que a número de miembros se refiere, en Francia, África francófona y algunos países de Europa continental, y a ella se adscriben muchas obediencias en todo el mundo, en especial en Iberoamérica y Europa continental, incluyendo, en particular, a las Obediencias femeninas y mixtas. No se basa en un estándar de regularidad establecido, sino que mantiene como referente el reconocimiento compartido de unos valores, modelos rituales y organizativos que, por tradición, se consideran esencialmente masónicos. Por este motivo, presenta una mayor variedad de formas concretas de organización, cuyas principales características, que no tienen que darse simultáneamente, son:
· El principio de libertad absoluta de conciencia. Admite entre sus miembros tanto a creyentes como a ateos y los juramentos pueden realizarse, según las Logias, sobre el Libro de la Ley (las Constituciones de la Orden) o sobre el Volumen de la Ley Sagrada, en ambos casos junto a la Escuadra y el Compás.
· El reconocimiento del carácter regular de la iniciación femenina. Las Obediencias pueden ser masculinas, mixtas o femeninas.
· El debate de las ideas y la participación social. Las logias debaten libremente incluso sobre cuestiones relacionadas con la religión o la política, llegando, en determinadas ocasiones, a posicionarse institucionalmente sobre cuestiones relacionadas con esos aspectos.
Gran Arquitecto del Universo
El Gran Arquitecto del Universo, expresado habitualmente con el acrónimo GADU, es un símbolo tradicional en masonería cuyo contenido, interpretación y relevancia varían según la corriente masónica de que se trate.
Para la corriente que generalmente se denomina regular, el GADU representa al Ser Supremo, un principio masónico cuya creencia e invocación en la práctica del rito son imprescindibles. Para la corriente que suele denominarse liberal o adogmática, establecer la condición de la creencia en un Ser Supremo supone limitar la libertad de conciencia de sus miembros, por lo que ni la creencia en el GADU ni su invocación son preceptivas.
Los masones, como individuos, son en todo caso libres de darle el contenido que mejor se ajuste a sus creencias. Como todos los símbolos, proporciona un marco, pero su interpretación concreta corresponde a cada cual.
Muchos francmasones consideran que el símbolo GADU es igual al Dios creador que determina a su voluntad los planes de la existencia. Para otros muchos simboliza la idea de un Principio Creador que está en el origen del Universo, cuya naturaleza es indefinible. Hay por último masones que, prescindiendo de cualquier enfoque trascendente, identifican al GADU con la sublimación del ideal masónico o que lo interpretan desde una perspectiva panteísta o naturalista.
La mujer y la francmasonería
En la Edad Media, las corporaciones de arquitectos y picapedreros estaban integradas, en la gran mayoría de los casos, por hombres. Sin embargo, existen también numerosos ejemplos de la presencia de mujeres en estas organizaciones antecesoras de la masonería moderna. En el siglo XIII era aceptada la pertenencia de mujeres a las cofradías profesionales, como es el caso de las hilanderas, integradas exclusivamente por mujeres, o incluso en profesiones identificadas en aquella época por hombres, como la Guilda (corporación) inglesa de los Carpinteros de Norwich 1375, a la que pertenecían los albañiles de York y se hacía mención a la pertenencia de "hermanos" y "hermanas". Entre los constructores de catedrales es muy significativo el caso de Sabine de Pierrefonds, hija de Hervé de Pierrefonds, más conocido por su nombre germánico de Erwin de Steinbach, constructor principal de la Catedral de Estrasburgo. Sabine esculpió algunas de las notables estatuas de Nôtre Dame de París, y a su vez en tanto que Maestra de Obra, formó aprendices en su oficio. Y es probable que no fuera la única mujer en ser Maestra del Oficio. En los archivos de la Logia de York N° 236, que perteneció a la antigua Gran Logia de toda Inglaterra, existe un manuscrito ritual de 1693 que, refiriéndose al momento de la recepción en la Logia, dice: “Uno de los antiguos toma el Libro, y aquél o aquella que debe ser hecho masón, posa las manos sobre el Libro, y le son dadas las instrucciones.”
Cuando surgió la masonería especulativa, o moderna, en el siglo XVIII, la mujer no estaba ni económica, ni social, ni políticamente emancipada, y en las Constituciones de Anderson de 1723 no se la tiene en cuenta. Pero las mujeres no quisieron permanecer indiferentes a las realizaciones de las asociaciones masónicas. Es así que en Francia, en 1730, sólo 5 años después de la aparición de la masonería especulativa en este país, comienzan a realizar gestiones para ser aceptadas en la Institución. El 10 de junio de 1774, el Gran Oriente de Francia había tomado bajo su protección, en una Asamblea General, la Masonería de Adopción. Se trataba de Logias formadas por mujeres bajo la tutela de los masones varones. El 11 de marzo de 1775, el marqués de Saisseval, ayudado por otros hermanos, forma la Logia “El Candor”. Fue su primera Gran Maestra la Duquesa de Bourbon, a quienes siguieron la Princesa de Lamballe (1780), la Emperatriz Josefina (1805), Madame de Vaudemont (1807), Madame de Villete (1819), amiga personal de Voltaire.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX, el 14 de enero de 1882, en la localidad de Pecq (Francia) la Logia “Los Librepensadores” inicia a una escritora y conocida militante a favor de los derechos de la mujer, Marie Deraismes, quien el 4 de abril de 1893 crea, junto al Senador Georges Martin, una logia denominada “Gran Logia Simbólica Escocesa de Francia – Le Droit Humain”. Esta logia será la que dé origen a la Orden Masónica Mixta Internacional "El Derecho Humano”. El Derecho Humano extendió rápidamente su acción en el mundo, y perteneció al mismo Annie Besant, célebre feminista inglesa y secretaria de la Sociedad Fabiana, antecesora del Partido laborista de Inglaterra.
A lo largo del siglo XIX y principios del XX, la Masonería de Adopción fue desapareciendo, transformándose en masonería femenina, especialmente con el surgimiento de la Unión Masónica Femenina de Francia, el 21 de octubre de 1945, que culminó en 1952 con la creación de la Gran Logia Femenina de Francia, que irá extendiendo la masonería integrada por mujeres en el resto de la Europa continental y la América Latina. Todavía algunas organizaciones masónicas masculinas siguen considerando "irregular" la presencia de mujeres en la masonería, si bien hoy existe un alto nivel de integración a partir de la existencia de organizaciones masónicas mixtas o femeninas en la mayoría de los países. Estas organizaciones son, por lo demás, plenamente aceptadas por las obediencias masculinas de la corriente masónica liberal.
Organizaciones e ideologías antimasónicas
Desde su fundación, la masonería ha encontrado la oposición de distintos tipos de actores sociales. Los motivos de esta oposición pueden haberse referido a la Institución masónica en cuando forma de organización, o bien poner el acento en una característica pretendidamente negativa de sus principios filosóficos y valores morales.
En todo caso, la oposición más visible contra la masonería es y ha sido aquella que, proviniendo desde las estructuras próximas al poder, o desde el poder mismo, ha adoptado la forma de su prohibición, anatemización, persecución y castigo.
Una clasificación de las instituciones e ideologías que con mayor contundencia se han opuesto o han atacado a la masonería puede ser la siguiente:
Ø Poderes religiosos:
· La Iglesia Católica (encíclicas In Eminenti, del Papa Clemente XII; y Humanum Genus del Papa León XIII, entre otras).
· Integrismo Islámico (Irán de Jomeini)
Ø Poderes políticos:
· Monarquías absolutistas: el Zar Alejandro I, los monarcas españoles, Carlos III, Felipe V, Fernando VI y Fernando VII.
· Las dictaduras de derechas: Primo de Rivera, Hitler, Franco, Salazar, Mussolini, el régimen de Vichy.
· Las dictaduras de izquierdas: la Unión Soviética (Tercer Congreso de la Internacional Socialista 1921) y todos los países comunistas excepto Cuba, que no ilegalizó la francmasonería debido a que el Padre de la Patria José Martí era masón. Sin embargo, en Miami está localizada la Gran Logia de Cuba en el exilio.
Simbología francmasónica
La simbología (del griego symbolon = símbolo, y logos = tratado), es la rama del conocimiento que realiza el estudio del conjunto o sistema de símbolos y constituye parte especializada de la semiología, ciencia que realiza el estudio de los símbolos en el seno de la vida social...
Generalmente se entiende por símbolo a la imagen con la que física o verbalmente se representa un concepto moral o intelectual, debiendo diferenciarse los signos de los símbolos. Los primeros "significan", es decir sirven como meros referentes o imágenes de una cosa; mientras los segundos, a más de significar, "simbolizan", es decir que trasmiten un mensaje que constituye la idea simbolizada por el símbolo, mensaje que constituye su simbolismo.
La Simbología Masónica
Por tanto, si tenemos un símbolo masónico, el cual tiene un significado y además nos trae un mensaje, que es su simbolismo, es obvio suponer que hay un destinatario del mensaje y también un emisor del mensaje. Pero también podemos darnos cuenta de que hay un lenguaje o sistema de interpretación, comprensible tanto para el emisor como para el receptor de este mensaje, el cual constituye una especie de clave o código de interpretación, y que este sistema o lenguaje responde a una concepción, creencia, filosofía o ideología. Por último, no podemos dejar a un lado el acto psicológico de simbolizar o el de interpretar el simbolismo de un símbolo...
Parte específica de la simbología general es la simbología francmasónica, la cual centra sus estudios en un conjunto de símbolos basados, fundamentalmente, en los instrumentos de la albañilería tradicional.
La importancia del Símbolo en Masonería y su función
La importancia de la simbología francmasónica estriba en que ella constituye elemento esencial de la francmasonería, ya que otorga a ésta tanto su lenguaje, como su metodología docente, e incluso es vehículo de sus doctrinas.
Así, los símbolos otorgan a los miembros de la francmasonería un lenguaje particular, que tiene expresiones que solo los francmasones pueden comprenderlas a plenitud. Por otra parte, los símbolos constituyen mecanismos educativos que permiten el conocimiento de las doctrinas masónicas, por lo que suele decirse que éstas no están escritas sino contenidas en los símbolos, lo que les confiere la posibilidad de su permanencia y actualidad.
Resulta especialmente relevante el que los símbolos tienen, al interior de los distintos ritos francmasónicos, un doble sistema de decodificación: el uno, basado en la tradición, ha dado a cada uno de los símbolos y al conjunto de los mismos, determinados significados que constituyen una suma de mensajes-enseñanza tradicionales; el otro es la libre especulación filosófica, basada en el ejercicio de la racionalidad y la libertad humanas para la interpretación de los símbolos.
En ambos casos, los símbolos masónicos, como los símbolos en general, cumplen una función comunicadora de ideas por medio de mensajes visuales. El receptor del mensaje simbólico debe decodificarlo, es decir reconstruir su sentido, o darle uno, lo que supone el conocimiento del código o hermenéutica utilizados, es decir del sistema de convenciones socializadas que sirve para interpretar un sistema de símbolos, lo que suele implicar un acuerdo social respecto de la asignación, más o menos detallada, de un significado a un significante, lo que constituye un proceso en constante evolución.
Considerando esto, muchas tradiciones masónicas constituyen códigos de interpretación rígidos y detallados, generalmente cargados de elementos morales, esotéricos y religiosos; mientras la filosofía es una hermenéutica, o código más débil y menos detallado, que permite la libre interpretación simbólica, desde una perspectiva ética y humanista, considerando factores socio-económicos, culturales y personales, que influencian en dicha interpretación.
Además, cabe destacar que la simbología francmasónica ha sido, desde tiempos inmemoriales, una simbología aplicada, que con métodos tradicionales ha producido similares efectos, especialmente sicológicos y conductuales, a los que actualmente obtiene la comunicación televisiva y publicitaria: la influencia en las actuaciones de los seres humanos. Sus diferencias básicas estriban en la tecnología utilizada y, fundamentalmente, en sus objetivos, ya que la programación televisiva y la publicidad están supeditadas a fines de orden comercial, crematísticos, propios de la sociedad de consumo, mientras la francmasonería pretende el mejoramiento ético-moral del ser humano, considerado individualmente, y de la humanidad en su conjunto, desde una perspectiva idealista, en el sentido que Ingenieros dio a éste término.
Vistas las cosas, ya no desde la mira científica de la semiología, sino desde la mira vivencial de la francmasonería, la simbología masónica se ha centrado en el cumplimiento de su función semántica, facilitando a los francmasones el simbolismo o significado de los símbolos masónicos, ya desde la visión de la tradición masónica, ya desde la visión de la especulación filosófica, en la que aún tiene gran influencia el pensamiento dieciochesco y decimonónico.
Puede decirse que la parte más estudiada de la simbología masónica es la semántica masónica, o significado de los símbolos de la construcción, llamado simbolismo masónico, el cual está basado fundamentalmente en la idea de la construcción de un templo simbólico, con variaciones interpretativas de conformidad con los ritos y del grado masónico de que se trate.
Por último, puede afirmarse que, como los elementos visuales y aún rituales, presentes en la masonería, se refieren a símbolos, prácticamente todo lo que sucede en ella tiene carácter simbólico, con un propósito docente.
Simbolismo masónico
El simbolismo es una parte de la Simbología que se preocupa de la semántica de los símbolos, por lo que tiene a su cargo el estudio del significado de los mismos.
La forma tradicional de estudiar el simbolismo masónico, exclusivamente a manera de un glosario de significados de símbolos aislados, que tienen una misma e invariable interpretación que se transmite de maestro a discípulo desde tiempos remotos, supone el alejamiento de la masonería de la cambiante realidad social.
Pero si se estudian los símbolos como parte de conjuntos simbólicos, es decir contextualizados respecto de su entorno temporal y espacial, a la luz de la ciencia y la filosofía, y en especial de la semiología y de la historia, se puede tener una comprensión más cabal de los mensajes que se trasmiten, de los emisores de los mismos, de la sociedad en que fueron emitidos y de la validez y aplicabilidad actual de dichos mensajes.
Desde esta perspectiva, estudiar el simbolismo implica no solo conocer el lenguaje masónico y actualizar permanentemente su doctrina, sino que además sirve para conocer una forma de influencia de los mensajes subliminales en el comportamiento de los seres humanos. Por esto es importante desentrañar esos mensajes, ser sujetos de su interpretación crítica y no solo receptores pasivos.
De entre los varios conjuntos simbólicos que se pueden estudiar, caben destacarse el simbolismo iniciático, el simbolismo del tallado de la piedra, el simbolismo de la luz y de las luces y el simbolismo del templo, que tienen distintas interpretaciones, de conformidad con el código o hermenéutica utilizado por los distintos ritos, y a la final por cada francmasón o francmasona en particular.
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