martes, 24 de noviembre de 2009

Espíritus Femeninos que encontramos en bosques y campos

Otra Velada

LAS ANJANAS

Entre los bosques cántabros, una dulce y bondadosa ninfa espera para hacer el bien siempre que puede. Cuando alguien está desesperado, le basta con invocar a esta pequeña hada para que le ayude: “Anjana blanca, ten piedad de mí. Guíame por la oscuridad y por la niebla. Líbrame de los peligros y de los malos pensamientos”.

Pequeña, de apenas medio metro de altura, de brillantes ojos negros o azules; su cabello, largo y dorado, adornado con trenzas, flores y lazos de colores; su mirada, tierna, serena, confiada. Si estás perdido sabes que ella te ayudará, mirar sus ojos te da la calma cuando crees que nada tiene solución. Vestidas con vaporosos vestidos blancos, casi una ilusión mirarlas, etéreas, como un rumor de hojas, apenas las presientes, pero sabes que están. Algunos dicen que le han visto alas transparentes, casi imperceptibles.

Entre sus objetos personales suele llevar siempre un bastón, una vara de espino con una estrella en la punta que se ilumina de noche. En él se apoya y con él hace los milagros. También son mágicas una botella que lleva con un brebaje milagroso y una capa negra que se pone el Viernes Santo.

Habita en cuevas que en su interior son palacios con el suelo de oro y las paredes de plata. Pero su medio es el bosque, ayudando a los que se pierden a encontrar el camino de vuelta, o con su brebaje milagroso socorriendo a los enfermos, cuidando los rebaños, limpiando las fuentes y arroyos. Dicen que conoce el lenguaje de la naturaleza, que conversa con los animales y las fuentes. Le conmueven los que sufren y las personas de conducta intachable. Premia a las personas generosas, de buen corazón, pero también castiga si alguien la desobece.

Cuentan que hace muchos años, un cazador iba por el bosque enfadado porque no había logrado cazar nada. Entró en el bosque y, lleno de rabia, empezó a disparar a todos los pajarillos que a su alrededor cantaban y saltaban. Después de varios disparos, apareció una liebre cruzándose entre sus pies. El cazador se revolvió y empezó a dispararle, pero no lograba acertar, lo que aumentaba su rabia. Sorprendido vio cómo la liebre se transformó en una bella joven que le miraba sonriendo. El cazador la observaba desconfiado y se acercó a la joven, pero ella no se movió. El cazador continuaba acercándose, pero la joven tampoco se movía. Llevado por la excitación comenzó a abrazarla y besarla, y la joven se dejaba. Empezó a sentir que el calor le inundaba el cuerpo, y cada vez sentía más calor, y calor, y calor. Abrió los ojos y descubrió que la joven había desaparecido. Entre sus brazos sólo ardía un enorme fuego. Notaba las quemaduras en la piel, en la cara, en las manos. Corriendo como si llevara el demonio con él atravesaba el bosque buscando un arroyo, se tiró mientras sentía el agua fría calmando sus heridas. Entonces pensó que nunca más volvería a cazar.

Pero las buenas hadas también reciben castigos. Las anjanas tienen una prohibición, enamorarse de los hombres. Y ya sabemos que el amor no siempre entiende de leyes, y a veces se enamoran. El castigo es siempre terrible. Si una anjana transgrede la ley y convive con un hombre, nunca hallará la paz ni el sosiego, los perseguirán las desgracias. Será un amor trágico, condenados eternamente a amarse y nunca encontrarán la felicidad. Cuando tengan sed no podrán beber, si tienen hambre no encontrarán comida, si tienen frío no encontrarán dónde refugiarse. Y desearán la muerte, pero ésta no les llegará nunca. Y se verán obligados a errar eternamente, juntos, sin saciar nunca ni el hambre, ni el frío, ni la sed. Eternamente juntos y desgraciados.

LAS DAMAS VERDES

Casi invisibles y camufladas por unas largas túnicas verdes, se esconden unas bellas hadas dispuestas a divertirse a costa de los humanos. Conocidas como las Damas Verdes, viven estos seres felices entre los bosques y prados del Este de Francia.

Su característica más definida es su extremada belleza, pero más que una virtud es un calvario para el mortal que cae en sus garras. Altas, rubias, aladas, hermosas y adornadas con joyas, saben cómo explotar al máximo su belleza para atraer a los hombres. A modo de juego les gusta enamorarlos y hacerlos sufrir terriblemente. Son etéreas, ligeras, casi invisibles, lo que resalta aún más su misterio y atractivo.

Como su moral es distinta de la de los hombres, no ven maldad en extraviar a los viajeros por los bosques, burlarse de los jóvenes o colgarlos de los árboles por los pelos. A diferencia de otras hadas no se muestran generosas con los mortales y, si en alguna ocasión ayudan a un hombre, es siempre a cambio de un favor.

Y aunque uno piense que más vale alejarse de ellas, se las ve tan hermosas, tan lindas, tan dulces, que uno cree que no se les ocurrirá hacerte daño, y además, ¿quién se resiste a los encantos de estos seres, con lo fáciles de engañar que son los hombres?

LAS DAMAS BLANCAS

Entre los bosques holandeses, daneses y alemanes, unas hermosas damas cuidan de los hombres que se han perdido. Altas y delgadas, de largos cabellos rubios, dulces ojos azules y túnicas de gasa blanca, apenas se muestran a los ojos humanos. Aún más etéreas que las damas verdes, son muy difíciles de ver. Dicen que sólo se pueden ver si las sorprendes besando a un niño y tienes la suerte de haber nacido en domingo o posees un talismán élfico; el resto de los mortales tenemos que conformarnos con su ayuda.

A las damas blancas les gusta vivir en los bosques de la Europa más fría, y sobre todo si están nevados, donde pasan más desapercibidas. Para alojarse eligen los árboles de Alemania y Austria, los antiguos castillos y las cuevas cerca de las aldeas.

Siempre están dispuestas a ayudar a los humanos, a quienes protegen cuando se han perdido o están desesperados; acompañan a las mujeres en el parto; calman las tempestades e incluso dan regalos a los hombres. Estas pacíficas hadas, sin embargo, también conocen el odio y la rabia. Si alguien las ofende o las molesta, le hielan el corazón con la mirada, y detestan los avances técnicos sobre todas las cosas.

Son muchas las leyendas que se cuentan sobre la aparición de una bella mujer vestida de blanco que viene a ayudar a los hombres y, en ocasiones, les advierte con mensajes y adivinaciones.

Probablemente las hadas madrinas de los cuentos han tomado de estos seres muchas de sus características, siempre de blanco y presentándose ante quienes las necesitan.

LAS GUARDIANAS DE LOS BOSQUES EUROPEOS

Silvadora Las hadas, como espíritus femeninos de la naturaleza que son, tienden siempre a proteger el medio en el que se encuentran. Entre los bosques habitan unas mujeres de gran belleza al cuidado de los animales y árboles, aunque dependiendo de la zona se les denomina de un modo u otro. En Italia, en los Alpes, las Aguane se alzan como las protectoras de su territorio; en los bosques de Europa Central son las Vile las encargadas de que el ser humano no se adentre en sus dominios, y las Seligen son las guardianas de los bosques austriacos, alemanes y suizos.

En los Alpes italianos las Aguane, vestidas con piel de animales, son las encargadas de cuidar los prados y las corrientes de agua. Dicen que son bonitas, de pelo largo, aunque no tan hermosas como las damas verdes o las Vile, y cuentan que tienen un defecto, sus pechos son muy largos y sus pies están invertidos.

Las Aguane, a diferencia de las otras guardianas de los bosques, son amables con el hombre y se reúnen con ellos, pero siempre que éstos se muestren cuidadosos con la naturaleza. Si un Aguane sorprende a un hombre enturbiando sus aguas o tocando sus árboles, le enreda los pies con sus cabellos y lo arrastra bajo el agua ahogándolo. A veces, dependiendo del daño infringido por el hombre, ésta puede llegar incluso a llevarlo a su cueva donde lo viola para luego devorarlo. Si por el contrario una Aguane encuentra a hombres humildes y trabajadores, se acercará a ellos para ayudarles en el campo o simplemente buscando conversación. No hay que tener miedo si nuestra intención es buena, ellas siempre lo detectan.

Mortales para el hombre suelen ser unas hadas de fascinante belleza que habitan los bosques de Europa Central, las Vily o Vile, en singular Vila. Las Vile suelen destacar por sus largos cabellos, que pueden llegar a cubrirles los pies, de color dorado o castaño rojizo. Sus cuerpos son esbeltos y flexibles, sus ojos brillantes. Como la mayoría de las hadas, contrarrestando su belleza, en ocasiones pueden tener algún defecto físico. De las Vily yugoslavas dicen que pueden tener pies de cabra.

Prefieren para vivir los lugares elevados, por eso entre los bosques prefieren aquéllos que estén en montañas o en picos escarpados. Conocidas como las señoras de los bosques, protegen a los seres que habitan en ellos de modo obsesivo. Cuidan los rebaños, los ríos y bosques, y conocen tan bien a los animales que en él habitan, que hablan su mismo idioma. Si un humano se atreve a dañar a uno sólo de sus animales la Vila se muestra inflexible, y según el daño que haya causado depende su castigo, llegando hasta la muerte.

Aunque podemos pensar que es vengativa o peligrosa, en ella sólo hay una protección de los suyos. Si un humano no le causa confianza trata de alejarlo de su territorio, al precio que sea. En cambio también pueden ayudar a los hombres que la necesitan, así no dudan en ofrecer sus conocimientos sobre las plantas para curar las enfermedades, ayudar en la siembra o resucitar a los muertos.

También guardianas de los bosques, pero más benevolentes con los hombres, se muestran las Seligen. Originarias del Tirol, las Seligen habitan los bosques austriacos, alemanes y suizos. Como las Vile, protegen los bosques y los animales que en él viven, pero al contrario que éstas ayudan a los hombres en sus tareas. Cuando los campesinos están segando les ayudan en su labor. Son muy trabajadoras, ordeñan y guardan el ganado, hacen crecer las cosechas más deprisa o siegan a gran velocidad.

Es frecuente verlas por los bosques protegiendo a los gamos y ciervos de los cazadores, pero en lugar de hacer daño al hombre para evitar que hieran a sus animales, las Seligen prefieren proteger a los suyos errando los disparos.

Aproximadamente de un metro y medio de altura, cabello largo y rubio y de ojos azules, apenas se diferencian de las mujeres de la zona, excepto por la altura. Les gusta la danza, jugar con sus animalitos y vivir en paz.

Últimamente casi en extinción, las Seligen corren un gran peligro en los bosques por culpa de los Wilde Männer u Hombres salvajes, unos gigantes que disfrutan arrasando el bosque y arrancando árboles y plantas, y que tratan a toda costa de acabar con estos dulces seres. Las persiguen por los bosques hasta que logran alcanzarlas y darles muerte. Sólo hay un modo de salvarlas. Si un hombre marca en el tronco del árbol tres cruces, esta marca sirve de protección para las Seligen contra sus enemigos. Con esta marca los Wilde Männer pierden su poder. Así, los hombres y las Seligen viven en paz ayudándose mutuamente. Sólo tres cosas pueden alejarlas de los hombres: que les toquen el pelo, las maldigan o las llamen por su nombre propio, entonces desaparecen.

LAS DRÍADES

“Dríade” es el nombre con el que se conoce a las ninfas de los bosques. La vida de estas pequeñas ninfas está siempre ligada al árbol en el que han nacido, al que cuidan durante toda su vida y con el que morirán si éste muere.

Los humanos pensamos equivocadamente que no ocurre nada por talar un árbol, arrancarle una hoja, quemarlo o arañarlo para poner corazoncitos. Esto es porque creemos que sólo nosotros tenemos vida y conocemos el dolor. Pero no es así, porque si talamos el árbol en el que habita una dríade, también estamos matándola a ella.

Los dioses de la mitología griega ya protegían a estos pequeños seres y, para que nadie se atreviera a matarlas, castigaban fuertemente a aquéllos que destruían los árboles. De este modo aprendían los griegos que debían respetar la naturaleza.

En cuanto a su apariencia, las dríades son unas jóvenes y hermosas ninfas, de cuerpo esbelto y ojos dorados, que adoran la música y la danza. Cuentan que su voz es muy armoniosa y que les fascina cantar, pero su voz se entremezcla con el rumor de los árboles, por lo que son muy difíciles de descubrir.

Para poder ver a un hada, hay que prestar mayor atención a la naturaleza y fijarnos en cada detalle. Si escuchamos un leve murmullo que parece una melodiosa voz, probablemente próxima a nosotros se encuentre una dríade.

LAS HADAS DIMINUTAS

Bajo este epígrafe voy a reunir a distintos tipos de hadas que tienen en común su pequeña estatura y su ternura. Aunque una de las características principales de las hadas es que pueden cambiar de tamaño, no podemos decir lo mismo de estas pequeñas hadas, porque son tan diminutas que no poseen esta particularidad, y si en algún momento logran cambiar de tamaño es para hacerse aún más chiquitas.

Entre las hadas pequeñitas algunas son muy conocidas, como las llamadas gente menuda de Cornualles, un condado del suroeste de Inglaterra. Es un lugar privilegiado; una península rodeada por un lado del Océano Atlántico y por el otro por el Canal de la Mancha. El clima es templado y destacan por su belleza los acantilados rocosos y la rica vegetación de la zona. También destaca Cornualles por la abundancia de dólmenes que contiene. Este paradisíaco lugar, últimamente convertido en centro turístico, fue el que eligieron estas diminutas hadas para vivir hace muchos años.

La gente menuda de Cornualles son pequeños seres de gran corazón y muy queridos por el pueblo. Son muy pequeñas y sólo pueden adoptar forma de pájaro, pero cada vez que cambian de aspecto al volver al suyo original disminuyen de tamaño. Dicen que pueden menguar tanto que llegan a convertirse en hormigas, y entonces se les conoce como Muryans, pero ésta es su última fase antes de desaparecer de la tierra. Es tal la protección a estos seres en Cornualles que se considera terrible matar a una hormiga, porque podrías estar matando a una Muryan...

Estos tiernos seres viven bajo tierra, y salen a los lugares floridos para celebrar sus fiestas cuando hay luna. Entonces los ves corriendo por los prados. Les gusta la danza y el baile, y los pescadores cuentan que si de noche te acercas mucho a la costa puedes ver centenares de lucecitas y música celestial. Se trata de las pequeñas hadas que han salido a bailar.

Son criaturas bondadosas que sufren con la soledad, por eso es frecuente verlas acompañando a ancianos y a enfermos que no pueden salir de sus camas. Entonces aparecen estos pequeños seres y los alegran con sus saltos y sus bailes. ¡Cuántas veces desearíamos que nos acompañara un hada cuando estamos solos y tristes!

Otros seres diminutos muy simpáticos son las Portunes. Aparecen con frecuencia en los relatos medievales y tienen el tamaño de un dedo. Las Portunes son pequeñas hadas agrícolas, también bondadosas con los hombres, a los que ayudan en el campo. Les gusta la vida pacífica y se divierten gastando bromas, pero bromas siempre inocentes. Entre éstas se cuenta que si descubren a alguien durmiendo en el campo comienzan a dar saltitos en su cara para despertarlos o se meten en sus sueños.

Otras hadas minúsculas son las Skillywidden, tan pequeñas que ni siquiera pueden cambiar de tamaño.

Campanilla Pero sin duda, la más conocida por todos es Campanilla, el hada protagonista de Peter Pan. En la versión de Disney, Campanilla es una damita juguetona y celosa, va vestida de verde y tiene dos pares de minúsculas alas, el segundo más pequeño, que le permite volar y moverse a una velocidad increíble. Sus orejitas son puntiagudas y la rodea un halo de polvo dorado que le da poder y así, cuando el niño pequeño quiere hacer volar a la perra nana para que les acompañe, agarra a Campanilla y la sacude haciendo caer su polvo dorado sobre el animal, que en ese momento empieza a volar. Campanilla no es mala, sólo traviesa, pero por culpa de los celos que siente hacia Wendy es capaz de poner en peligro la vida de sus amigos.

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