Un pastor kurdo que cuidaba su rebaño en medio del calor reinante en las llanuras turcas, buscó cobijo de los rayos del sol debajo de una solitaria morera. Estaba sentado a la sombra cuando notó que en el suelo asomaba una extraña piedra oblonga, cuya superficie lisa llamó su atención. Observando con cuidado los alrededores del árbol encontró toda una colección de piedras extrañas. Muchas de ellas tenían ángulos rectos que no son frecuentes en la naturaleza, por lo que decidió comentar con alguien su descubrimiento. Después de todo, quizás esas piedras fuesen importantes.
Los arqueólogos han establecido que el pastor tenía toda la razón: las piedras son, sin dudas, importantes. En ese caluroso día de verano de 1994 se había realizado el mayor descubrimiento arqueológico de los últimos 50 años o, según otros, el más importante de todos los tiempos. Ese sitio ha revolucionado la forma de ver la historia de la humanidad, el origen de la religión y, quizás, incluso la verdad detrás del Jardín del Edén. Se trataría de los últimos vestigios de una "era dorada" de la Edad de Piedra, con unos 11.000 años de antigüedad. En esa zona vivían tribus de cazadores de gacelas que erigieron allí inmensos templos dedicados a las serpientes y vivieron como si estuviesen en el Jardín del Edén. Los arqueólogos sospechan que Adán realmente existió y que, en la parábola del “pecado original” hay un trasfondo histórico de verdad.
Este debate ha subido de tono luego de que este anónimo pastor buscase un lugar para protegerse del sol. Su hallazgo se convirtió en el descubrimiento del templo más antiguo del mundo, rodeado de maravillosas construcciones megalíticas y vestigios de una "era dorada" de la Edad de Piedra, prácticamente desconocida hasta ahora. Uno de los sitios que más sorprende a los arqueólogos es el ubicado sobre una colina pelada cercana a Urfa. Sobe ella, hace siglos, se amontonaban varios templos. Hasta el momento se han desenterrado cuatro, pero se conoce la existencia de al menos dieciséis más. Varios pilares de piedra decorados con representaciones de arañas, leones y ciempiés completan el supuesto Jardín. También pueden verse, entre los escombros, la estatua de un jabalí y una cabeza humana de gran tamaño. Este sitio arqueológico se conoce como Göbekli Tepe, cuya traducción significa algo así como “Monte Ombligo”.
Klaus Schmidt, director de las excavaciones efectuadas en Göbekli Tepe, dice que se trata de un “lugar único” con la "energía arquitectónica de un Stonehenge". Algunos de los pilares más grandes pesan 50 toneladas. Schmidt supone que este lugar alcanzará pronto fama mundial, ya que tiene el potencial de modificar muchas de nuestras creencias sobre el pasado. “Hasta ahora pensábamos que los únicos que habían construido templos y asentamientos permanentes habían sido los campesinos sedentarios", explica. Pero hicieron falta unos 500 trabajadores para levantar este lugar. Claramente, no es la obra de pastores solitarios. Para tener una idea de su importancia arqueología, en la época que se encendían fogatas y celebraban cultos sacrifícales en estos templos, aun no existía el primer pueblo campesino en la Tierra.
«Y el Señor plantó un jardín en Edén, mirando al Este, y puso al hombre dentro». Así de inocentemente comenzó la historia. Con Adán y Eva apaciblemente sentados en medio de un parque, rodeados de árboles «de aspecto seductor». Es el principio de todos los tiempos. La historia de la Creación ha tenido una repercusión inmensa; es uno de los textos esenciales de la cristiandad. Los celtas tuvieron Avalon, el jardín de los manzanos; los griegos, la isla de los bienaventurados. Pero sólo en el Edén se llegaron a enredar pecaminosamente el sexo y el espíritu. El texto de la parábola del paraíso no ocupa más de 50 líneas en la Biblia. Pero, ¿qué significa realmente?
Recientemente se ha abierto un sorprendente debate en torno a este tema. Geólogos y expertos climáticos, que no son proclives a dejarse impresionar por el carácter revelado del «documento divino», creen que el paraíso tiene coordenadas, que era un lugar real y que el Antiguo Testamento contiene la guía que nos lleva hasta él. Sobre todo, los investigadores del Neolítico —del 12000 al 4000 antes de Cristo— sospechan que la narración del primer libro de Moisés (Génesis) tiene un fundamento real.
Más fascinante aún es la hipótesis del investigador británico David Rohl. En su éxito de ventas Legend, sitúa el jardín de las delicias de Adán en el norte de Irán, cerca del lago Urmía. Rohl basa su búsqueda en los capítulos segundo y tercero del Génesis, que hablan del jardín del Edén casi como si fuera un destino vacacional terrenal. Se mencionan puntos cardinales, así como regiones colindantes. Cuatro ríos nacen en el paraíso. Dos de ellos son el Éufrates y el Tigris, así que el curso de ambos delimita el pasillo geográfico donde Rohl lleva a cabo su búsqueda. Y parece que está siguiendo una pista de lo más prometedora: precisamente en el curso superior del Éufrates y el Tigris, allí donde según la Biblia Adán trilló por primera vez el grano de su cosecha, es donde se ha estipulado que tuvo origen la agricultura.
Fue en la región suavemente empinada que precede a las cordilleras de Tauro y Zagros, en la zona fronteriza entre
Irán, Irak y Turquía, donde tuvo lugar esta revolución cultural hace unos 11.000 años. El Homo Sapiens, hasta entonces nómada y cazador, dejó a un lado las armas de caza.
El primer granero
Los biólogos del Instituto Max Planck para la Investigación de Cultivos de Colonia han localizado el lugar exacto donde dio comienzo esta transformación y, por tanto, donde estuvo emplazado el primer granero de la humanidad. Han comparado la genética de 68 tipos de escanda moderna y han logrado retrotraerlos a una planta originaria común. Este vegetal silvestre crece todavía en las laderas del volcán apagado de Karacadag. Si Adán fue realmente el primero en comer platos cocinados con harina, tuvo que hacerlo en este lugar. Pero la historia del pecado original también coincide en los detalles con los hechos reales.
Excavaciones en Siria y en Turquía muestran los pasos que siguió el proceso de sedentarización:
— En torno al año 10000 antes de Cristo, los pueblos cazadores de la media luna fértil todavía vivían en medio de una naturaleza exuberante. Por todas partes crecía abundante hierba y había inmensos rebaños de animales.
— Alrededor de 7500 antes de Cristo, las reservas de caza se agotaron. Sólo entonces, obligados por el hambre, los hombres se agruparon en pueblos y dio comienzo la ímproba tarea del cultivo de la tierra.
Los comienzos de la cría de animales también fueron difíciles. Si bien es cierto que resultaba muy fácil capturar ovejas y cabras, estos animales salvajes sufrían una verdadera conmoción como consecuencia de la vida en cautividad. Casi todos quedaban estériles.
La comparación de los esqueletos de los cazadores de la Edad de Piedra con los de los primeros campesinos arroja los siguientes resultados:
* Los primeros granjeros trabajaban más duro, padecían enfermedades con más frecuencia y morían antes.
* Los campesinos del pueblo primigenio de Nevali Çori —en torno a 8500 antes de Cristo— atestiguan las fatigas que trajo consigo esta nueva forma de vida. Su esmalte dental era muy malo y tenían flatulencias. Porque comían, sobre todo, guisantes y lentejas. En comparación, ¡qué bella había sido la antigua vida de cazadores! Libre, sin ataduras y repleta de aventuras. En aquel entonces las gacelas y los asnos salvajes recorrían la verde campiña de la alta Mesopotamia. «Eran rebaños de 100.000 cabezas o más», explica el paleo zoólogo Joris Peters.
Cuando estas inmensas manadas cruzaban los vados poco profundos del Éufrates, las hordas de la Edad de Piedra se preparaban para librar la gran batalla. Los últimos hallazgos demuestran que en el año 12000 antes de Cristo los nómadas ya erigían asentamientos permanentes — eran depósitos para guardar carne que secaban y salaban allí—.
Una vida paradisíaca
Pero en el montañoso norte de Mesopotamia, la cuna de los cereales, allí donde está ubicada también la franja de terreno donde busca Rohl, se han hecho todavía más descubrimientos. Esta zona alberga el templo más antiguo del mundo. Se trata de maravillosas construcciones megalíticas y vestigios de una Edad Dorada, prácticamente desconocida hasta ahora.
El lugar que despierta mayor asombro es una colina pelada cercana a Urfa. Antaño se apiñaban en su cumbre varios templos. Se han desenterrado cuatro y se han detectado otros 16. Han salido a la luz una serie de pilares de piedra decorados con arañas, leones y ciempiés. Entre los escombros se divisa la estatua de un jabalí y una cabeza humana de gran tamaño.
El director de las excavaciones del monumental Göbekli Tepe (Monte Ombligo), Klaus Schmidt, califica este conjunto de ejemplar único con la «energía arquitectónica de un Stonehenge». El pilar más pesado, de 50 toneladas, está en una cantera cercana. Schmidt cree que este lugar alcanzará pronto fama mundial. Porque lo asombroso es su antigüedad: este recinto sagrado fue erigido hace unos 11.000 años por cazadores y recolectores. Es un lugar primigenio, como el paraíso. «Hasta ahora se pensaba que los únicos que habían construido templos y asentamientos permanentes habían sido los campesinos sedentarios», explica el experto. Pero es que además hicieron falta de 300 a 500 canteros para levantar este tétrico Vaticano. Los trabajadores arrancaron de la roca estelas y postes totémicos. En este lugar vivían los sacerdotes. En los templos circulares ardían fogatas. En la época en que aquí se celebraban cultos sacrificiales, aún no había un solo pueblo campesino en todo el planeta Tierra.
Schmidt presenta en un libro detalles sobre la misteriosa cultura del pueblo cazador de Göbekli Tepe. Aquello era el país de Jauja y sus gentes bien podrían haber sido los padrinos de Adán y Eva.
En torno al 9000 antes de Cristo, cuando surgió este santuario, por fin volvían a soplar vientos templados en Eurasia después de más de 100.000 años de era glacial. Se anunciaba el deshielo. En la alta Mesopotamia todo germinaba y grandes áreas del paisaje comenzaban a florecer.
El pueblo de Göbekli cazaba sobre todo gacelas; bien organizados en grupos de cientos de personas, encauzaban rebaños enteros hacia los vados del Éufrates o hacia trampas en forma de V de kilómetros de largo. De este modo se apoderaban de una sola vez de toneladas de carne y pieles. Al mismo tiempo, estos ingeniosos cazadores inventaron el primer muesli energético. Bajo la beneficiosa influencia del clima suave posterior a la era glacial, crecieron en esta zona grandes campos de cereales silvestres. Expertos en el «control extenso del paisaje», en palabras de Schmidt, estos cazadores se limitaron a cerrar el paso a los prados de grano y a protegerlos de los «bocados de los animales». Después sólo tenían que recoger la cosecha. Así que este pueblo de la Edad de Piedra conseguía sin mucho esfuerzo el cereal.
Esta tierra de la dicha neolítica muestra un parecido asombroso con la patria de Adán y Eva. Es verdad que los poetas y pintores gustan de interpretar el Paraíso Terrenal como una selva virgen de naturaleza salvaje en la que los primeros seres humanos se limitaban a holgazanear. Pero lo cierto es que en el parque divino también se trabajaba, aunque eso sí, relajadamente. En el Génesis 2:15 se dice literalmente que Adán recibió el encargo de «cultivar y conservar» el Edén. Tenía que cuidar de los árboles y las plantas, como los pioneros del cultivo del cereal de Göbekli Tepe.
¿Resuena aquí un eco de tiempos pasados? ¿No será la parábola de la Biblia una noticia difusa procedente de la era dorada de la Edad de Piedra? Lo más desconcertante de todo es una plaquita de esteatita que se ha hallado entre los guijarros de este santuario montano. Mide unos cuatro centímetros de alto y tiene pinta de ser una placa identificativa. Lleva grabados dos símbolos: un árbol y una serpiente.
Pero hay más paralelismos todavía. En la búsqueda del jardín del Edén muchas de las pistas apuntan a la alta Mesopotamia:
- En el paraíso de la Biblia burbujean fuentes de agua; en la cordillera de Tauro nacen más de una docena de ríos.
- Según Ezequiel 28:14, el jardín del Edén estaba emplazado en un monte sagrado, como el Göbekli Tepe.
- La gruta del nacimiento de Abraham se encuentra en la ciudad de Urfa, apenas a dos kilómetros de distancia de este monte sacro prehistórico.
Cada vez se tienen más indicios de que el paisaje en torno a Urfa era un centro religioso «con gran peso mitológico» (Schmidt), un epicentro del desarrollo de la civilización. Ya en la fase precerámica del Neolítico se veneraba la gruta de Abraham como fuente sagrada. Allí ha aparecido la estatua de gran tamaño más antigua del mundo. Mide casi dos metros de alto y procede probablemente del décimo milenio antes de Cristo.
Un planteamiento como éste, por osado que pueda parecer, abre una nueva perspectiva sobre el que probablemente sea el fragmento más influyente del Antiguo Testamento, tantas veces alabado por su claridad, profundidad y belleza. «Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida...», nos cuenta el narrador. Este proceso mágico presenta claras analogías con el modelado de la arcilla. En Nevali Çori, a tan sólo 50 kilómetros de Göbekli Tepe, han aparecido por vez primera un gran número de figuras de arcilla cuyo origen se remonta en torno a 8500 antes de Cristo.
La polémica está servida. Para algunos, se trata del sitio donde una muy terrenal Eva convidó a Adán con la manzana que cambiaria a la humanidad. Para otros, es solo un asentamiento –quizás el más antiguo de todos- de los primeros humanos. Algunos incluso han sugerido la injerencia de culturas extraterrestres a la hora de mover las piedras que conforman las columnas del lugar. Como fuere, Göbekli Tepe está destinado a convertirse en el verdadero ombligo de la arqueología.
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